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UNIENDO CASUALIDADES

Introspecciones

En ti está todo

[A partir de una entrevista a Antonio Jorge Larruy, La Vanguardia 28/12/2010]

Tengo la sensación que cuando tratamos a los demás ofrecemos una cara distinta en función de la persona que tenemos delante, de nuestras intenciones y del tipo de relación que tenemos con ella. No lo critico, es algo que aprendemos desde pequeños y no significa que seamos falsos o hipócritas por hablar de un modo distinto con nuestra madre, amigos, pareja o colegas.

El problema es que si habláramos más con nosotros mismos, como dice Larruy descubriríamos que “vivimos en un personaje alejado de lo que somos. En nuestro interior se encuentran nuestros deseos y anhelos, lo que somos”. Es decir, que si perdemos este diálogo, renunciamos a “sacar de nosotros lo que somos”.

¿Significa esto que tenemos que pensar en un diálogo con nosotros mismos todo el día? Al contrario, “lo real es la vida, no los pensamientos sobre la vida”. No hay que dejarse atrapar por los pensamientos. Se trata de “para, aflojar la crispación mental y emocional” que es el reflejo de que no vivimos directamente desde lo que somos sino desde lo que hay que ser.

¿Cómo creamos este personaje que nos acompaña desde la infancia? Larruy cree que este personaje es fruto de la socialización. “De niños se nos ha dicho cómo teníamos que ser y no cómo manifestar nuestra potencialidad, lo que tenemos dentro”.

Otra mala costumbre que tenemos es la de comparar. “Mientras nos medimos a los demás o a otros modelos bloqueamos este proceso. Las personas que más se desarrollan son las que más confían en sí mismas y sólo viven a fondo las que se entregan”.

Finalmente Larruy nos da una receta de tres pasos. Uno, meditar un rato cada día. Dos, crear desde dentro, dejar de vivir con una actitud de dependencia del exterior. Cultivar el desarrollo afectivo, intelectual y personal. Tres, reflotar y reeducar la dimensión interior, investigar sobre nuestras ideas profundas, dialogar con nuestro niño interior, ese al que no se le dijo : “en ti está todo”.

El espejo

El espejo

[ Espejo Mirallmar de Eduard Samsó]

Forma parte de la condición humana mirarse de vez en cuando a nuestro espejo, el que nos refleja tanto interior como exteriormente, y sentirnos miserables y decepcionados con nosotros mismos. Simple y llanamente nos sentimos una mierda ya sea por alguna situación que nos ha puesto en evidencia o porqué no nos gusta lo que vemos. A veces proyectamos esperanzas y caminos de mejora que no llegan, otras vemos sólo la sombra de lo que esperábamos de nosotros mismos, otras veces no nos reconocemos en el reflejo obtenido. 

A pesar de todo, no nos queda más remedio que salir adelante. No sólo por supervivencia sino porqué no debemos perder el espíritu de superación y mejora: siempre hay tiempo para cambiar, lo peor es dejarse ir, pensar que no tenemos remedio. Ésta creo que es una de las principales lecciones que hay que enseñar a los pequeños. La autoestima es algo muy importante, nunca es irrecuperable, pero cuesta asentarla por nosotros mismos.

Quizá sufriríamos menos si en plena crisis existencial de la adolescencia tus padres o alguien cercano a quién admiras supiera decirte que en el fondo todos somos miseria y que si no se nos cae la cara de vergüenza es porqué con humildad y esfuerzo podemos conocernos y aceptarnos tal y como somos. Sino es así es que nos autoengañamos. Sólo con esta base podemos construir todo lo demás.

Lástima que muchas veces lo llevamos demasiado escondido y nos cuesta buscar ayuda o dejarnos ayudar.
Sin embargo la realidad es más difícil que éstas palabras. No siempre tenemos el nivel de exigencia y la autoestima bien calibrados o, simplemente, miramos a otro lado rehuyendo la mirada que nos devuelve nuestro espejo.

Escala de valores

Escala de valores

[La imagen sólo pretende ilustrar la idea de grados o niveles]

Hablando con M. sobre la escala de valores le decía que pienso que la vamos construyendo mientras vivimos, no es una idea preconcebida que heredamos al nacer.
En medios educativos se habla mucho de transmitir, inculcar o proponer valores.
A mi me parece que nuestra educación es un bagaje, un poso o esquema teórico pero la vida nos obliga a ir más allá, a posicionarnos.
Lo que nos dijeron nuestros educadores, y en general nuestras ideas teóricas, puede flaquear ante el primer terremoto.
Hay que pasarlo por varios filtros y, sobretodo, creérselo, actualizarlo, razonarlo.

Los valores no se cambian como quién se cambia de ropa.
Es a través de replanteamientos profundos o de determinadas situaciones cuando se ponen a prueba y de ahí sale una reafirmación o renovación.
Creo que éste tipo de situaciones son experiencias imprescindibles en el proceso de maduración de una persona.
Es una oportunidad para purgar la mente despojándonos de prejuicios, etiquetas y falsas ideas de nosotros mismos.
También nos permite abrirnos a propuestas de otra gente, contrastarlas con las nuestras...

En el fondo no somos tan distintos los unos de los otros.
Si uno es fiel a si mismo y tiene la actitud abierta hacia los demás, se da cuenta que hay más valores que nos unen que nos separan.
Lo que de verdad nos diferencia son los recorridos, experiencias y situaciones que cada uno ha vivido.

Coherencia

Coherencia

Se habla poco de coherencia.
Quizás es una palabra demasiado larga o complicada, pero tan necesaria...
El honor y "la palabra dada" valen poco.
Sin embargo, en muchos ámbitos y situaciones la confianza es básica.
Es el caso de
la política, tan amante de compromisos y discursos pero perezosa en cumplirlos.
Para que un mensaje llegue, tiene que ir acompañado de hechos, tiene que ser coherente.
En seguida se ve quién es coherente y quién no. De hecho una persona carismática se asocia a una persona con criterios firmes y, por lo tanto, coherente.
Capacidad de comunicación, liderazgo, honestidad, coherencia son cualidades que un buen político, comunicador o líder en general, tendría que tener.
Hay algunos personajes históricos que han impresionado a sus coetaneos por su coherencia sin fisuras: Gandhy, Martin Luter King, Sócrates...
¿Quién seguiría a Jesús, dos mil años después, si su "amaros como yo os he amado" hubieran sido sólo palabras vacías y no hubieran sido sostenidas por la coherencia de sus actos?
La coherencia no se improvisa. El mismo Jesús necesitó treinta años para aprender, consolidarse y prepararse para la vida "pública" y llegar a ser un modelo de integridad.

La coherencia exige sinceridad con nosotros mismos, actualización y no dejarse ir.
Es dificil no naufragar en esta mar agitada y seguir con un mismo rumbo con este viento cambiante.
Que seamos fieles a nosotros mismos, que no nos dejemos llevar, que no renunciemos a soñar y a luchar...
Sólo así nos podremos dar por satisfechos.

¿Sentimientos inducidos?

¿Sentimientos inducidos?

[Imagen de Nazareno ]

El otro día, de repente, me vino la siguiente pregunta:
¿ Hasta qué punto podemos, a base de voluntad, inducir nuestros propios sentimientos ?

Comentábamos en el anterior post que, si nos lo proponemos, podemos superar cualquier adversidad, modificar hábitos y hasta influir en nuestro entorno.
Sin embargo, la pregunta va más allà.

¿ También está en nuestras manos inducir ideas positivas o negativas en el campo de los sentimientos más profundos como el amor, el odio, el rechazo, la amistad ?
¿ Podemos amar o odiar a alguien y, a base de proponérnoslo, dejar de amarlo, dejar de odiarlo ?
¿ Se puede amar por decisión o convencimiento ?
¿ Odiamos por orgullo, lo podríamos evitar pero no nos da la gana, por capricho ?
¿ Amamos por interés, por no sentirnos solos, por miedo a perder el ser amado o a no encontrar reemplazo, amamos por necesidad ?
¿ Hasta qué punto manda el corazón o la cabeza en nuestros sentimientos más fuertes e importantes?
¿ Qué peso tiene cada uno, depende del momento? O hay un tercer elemento que combina cabeza y corazón que es la intuición?

Bien, os dejo estas preguntas para la reflexión. Yo creo que hay un poco de todo esto en nuestras relaciones.
En parte quiero pensar que nos movemos con naturalidad, por instinto inconsciente y sólo a veces por intereses concretos, por miedos...
Pero da un poco de miedo pensar que nuestros buenos sentimientos no sean espontáneos e implícitamente sean interesados y buscados.
Y por otro lado, es una lástima que si podemos controlar los malos sentimientos, porqué el ser humano sigue siendo tan frágil y vulnerable a ellos.

Pero al final, lo deseable es que intentemos revisar los sentimientos para hacerlos más nuestros sacándoles toda sombra de hipocresía, egoismo, apariencia para no banalizarlos y así hacerlos más auténticos.

La teoría del caos también impera en las relaciones

La teoría del caos también impera en las relaciones

[Imagen © Flickr.com]

Saludos a los fieles lectores después de esta pausa en el blog. Diversos compromisos me han alejado de mis costumbres habituales y siguen por limitar al mínimo mi tiempo libre.

Sin embargo, hoy he sentido la necesidad de escribir sobre la percepción que tienen los demás de uno mismo o de cómo percibimos a los demás. Cada persona tiene sus cosas positivas y negativas. Cada persona destaca por sus virtudes pero también es conocida por sus defectos. Lo que sucede a menudo es que suele permanecer más lo negativo en la memoria de la gente, lo negativo suele tener más peso en la percepción que los demás tienen de nosotros. Es triste pero creo que en general es así.

De la misma forma, es más habitual interrumpir o espaciar relaciones con un conocido por un malentendido o un mal comportamiento siendo muy dificultoso recuperar esa mala sensación, deshacer ese entuerto. Como se suele decir, una vez se ha dado la vuelta a la tortilla suele ser más dificultoso darle otra vez la vuelta, suele ser más habitual que se quede todo justo como estaba después del problema.
Se que es una idea pesimista sobre las relaciones pero suele imperar la ley del caos: es decir, lo negativo suele perdurar más en el tiempo. La inercia y la dejadez se acumulan y para mantener las cosas en buen estado se requiere hacer un esfuerzo, si se dejan ir empeoran tarde o temprano.

Así que nada, a luchar por lo que queremos y amamos, si lo hacemos no tenemos por qué temer. Debemos ser conscientes que por si solas las cosas no se arreglan ni se aguantan. Es cierto que el tiempo a veces juega a nuestro favor y ayuda a perdonar y a relativizar el pasado o verlo de otra forma. Pero no olvidemos que en parte se debe a nuestra actitud activa de perdonar o de reorientar las cosas.

Pero no hay que dejar que el tiempo cure las heridas. Cada día desde que nos levantamos hasta que nos acostamos podemos contribuir a construir en vez de destruir o, lo que es lo mismo, no hacer nada.

Ritmo vital a dos velocidades.

Ritmo vital a dos velocidades.

Como comenté en un post anterior , tengo la sensación de tener en mi un motor vital a dos velocidades: una lenta y otra rápida.

La rápida me impulsa en esos días que me quiero comer el mundo, me siento a la altura de mis capacidades, planifico hasta el más mínimo detalle, me apunto en la agenda infinidad de ideas. En una palabra, siento una consciencia viva y mi actitud es de implicación, compromiso, participación, acción.

Otros días siento que transcurren a otra velocidad, evolucionan sin hechos o ideas destacables, son esos días en que uno tiene la sensación de perder un poco el tiempo, de tener la consciencia adormecida, de dejarse llevar. Me preguntan: qué vas a hacer hoy? Nada. Hay días que me siento desilusionado, que algunos proyectos no se han realizado, pienso que puedo dar más de si, que soy conformista. A veces me cuestiono si lo que hago vale la pena, si me llena, si me da o me quita energía pero pienso que no es tan fácil ser feliz.

Ésta dualidad me lleva de un lado para otro: a veces en pocos días planifico mis próximos 2, 5 o 10 años, otros veces puedo estar meses o incluso años sin plantearme a fondo las preguntas clave.

Preguntas cómo: ¿soy feliz? ¿tiene mi vida algún significado para mi? ¿qué me gustaría hacer durante 8h al día cada día de la semana por los próximos 40 años? ¿soy un soñador frustrado o más bien un pragmático equilibrado? Explico ésta última pregunta. Me refiero a seguir el camino del soñador frustrado: “me gustaría hacer lo que me gusta pero tengo dudas, lo ignoro, no me atrevo o es demasiado tarde” o del pragmático equilibrado: “no sigo exactamente mi camino pero al mismo tiempo no me olvido de quién soy”.

Pero creo que no se puede estar siempre despierto y consciente al 100%, ya nos gustaría siempre estudiar con la intensidad del último día o hablar a la velocidad de nuestros pensamientos más lúcidos, brillar como las estrellas fugaces. En muchas cosas de la vida hay una complementariedad y equilibrio entre Intenso-Breve y Poco intenso-Duradero. Por eso dicen que la felicidad es puntual, no es estable, no se puede poseer o almacenar.

Ésta dualidad de ritmos vitales la podemos identificar también en una infinidad de actitudes contrapuestas análogas: vivir con la consciencia despierta vs vivir sin pensar demasiado, conformismo vs inconformismo, seguir el camino marcado vs realizar mis sueños/objetivos, ser coherente con mis ideales vs no complicarme la vida, buscar activamente la felicidad vs satisfacer mis necesidades/deseos, etc.

En el fondo hay una pregunta: ¿buscamos la felicidad o la aplazamos para cuando tengamos la jubilación bajo el brazo? ¿Los primeros 30 años de vida es una carrera para alcanzar una posición social y laboral? ¿Realizamos nuestros objetivos o nos limitamos a cumplir con nuestros deberes? ¿buscar la felicidad, ser coherentes, pensar y seguir nuestro propio camino es un lujo al que estamos renunciando?

Psicología contradictoria.

La psicología es una disciplina que considero muy difícil. Las demás disciplinas tienen una lógica, unas causas, unas consecuencias previsibles, etc. Pero el ser humano es imprevisible. Cuando lucho conmigo mismo o para ayudar a alguien me doy cuenta de esto. Sobretodo me encuentro con contradicciones entre lo que tenemos claro en la cabeza y lo que finalmente hacemos: entre teoría y practica.

Cuando me fijo un objetivo no lo sigo a ciegas poniendo todos los medios y esfuerzos para conseguirlo. Siempre se me cruzan ideas en la cabeza que me disturban o distraen. No puedo ordenar por prioridades sistemáticamente mis actividades. Es más, caprichosamente lo más prioritario, curiosamente, va quedando a la cola de lo que hago al largo del día mientras me voy ocupando de cosas secundarias. Sobretodo cuando uno está en el periodo de estudiar, se hace más complejo gestionar todo el tiempo libre. Las lecciones ocupan apenas unas 4 o 5 horas al dia (en la universidad), el resto hay que organizarlo. No es sencillo estudiar apenas se llega a casa después de las clases. Hay mil y una cosas que se nos cruzan por el camino y normalmente cuesta encontrar la fuerza de voluntad para no dejarse llevar por la pereza, el apego al sofá + TV o a Internet (MSN, Skype, correo e, etc)…

Prepararse a conciencia para un exámen, acabar la carrera según un plan previsto, etc no es tarea fácil. Es muy habitual que el miedo a fracasar nos desmotive en un inicio y, en vez de esforzarnos al máximo, nos dejamos llevar por la pereza, la desmotivación, la desorganización,… Nuestra caprichosa psicología nos lleva a preferir fracasar por culpa de excusas que enmascaran nuestro miedo a afrontar los retos que no darlo todo con el riesgo de fracasar. Nos sería demasiado costoso darlo todo y demostrar nuestra incapacidad.

Os habéis sentido así alguna vez?

En constante revisión.

Es bueno, de vez en cuando, revisar algunos principios, creencias, opiniones, realidades o funcionamientos que han existido siempre, nos han impuesto o hace tiempo no nos replanteamos.

Decía Jostein Gaarder que los filósofos tenían que mirar (pensar) como un niño:

“si a un niño, mientras come con su familia, de repente ve como su padre empieza a flotar en el aire, por encima de su silla, empezará a reir pero no se asustará. A lo largo de un día, hay cientos de cosas que aún no se ha acostumbrado a ver.”

Sin embargo muchas cosas sorprendentes, bonitas o especiales pasan a nuestro lado y no las vemos. Si llevamos un niño al lado quizá estemos cansados de decirle “si, un perro, ‘guau guau’ lo se… uf, no hables tanto por favor que papá/mamá ha tenido un dia duro en el trabajo y está canad@”.

Es importante sacar algo del saco de “cosas conocidas”, “leyes inamovibles”, “personas encasilladas” y replantearlo y ver como todo cambia. Si no lo hacemos al final no nos sorprenderá nada ni nadie, nos aburriríamos mucho, nos estancaríamos como personas, nuestra cabeza se cerraría ante nuevas ideas.

Así, si revisamos lo que creemos, lo que hemos pensado/vivido alguna vez, al recordarlo se hará más fuerte el recuerdo, la idea, la creencia. Si no lo hacemos quedará como un recuerdo borroso y algo que ya no forma parte de nosotros. Entonces cuando nos pregunten o surja algo relacionado con esa idea o creencia haremos como si nunca la hubiésemos tenido y no fuera con nosotros.

Espero que eso no suceda en las cosas claves sino, dónde queda el crecimiento personal? No es bueno estancarse y menos retroceder. Tampoco cambiar unos valores por otros simplemente porqué algunos van cayendo en el olvido.

¿Soy especial?

Soy alguien especial o me gusta pensar (y que piensen) que lo soy?
Esta pregunta, como muchas, no tiene respuesta directa (si es que la tiene).
Ante todo decir que cada ser humano es único e irrepetible y, en algún aspecto, especial.

Hay algo característico de una persona:
Gestos o detalles de su rostro, forma de andar, de decir las cosas, de sonreír. Son cosas que hacen entrañable a esa persona y reconocible instantáneamente al escucharle 2 frases o verla 3 segundos.

Pero por encima de esto están rasgos que definen a una persona:
La lucha de un enfermo; la determinación de un investigador; la fe de un enamorado no correspondido; el coraje de un viudo/a con hijos pequeños; la esperanza de quien cree en el ser humano y la vida; la ilusión de un niño; la superación de un atleta…

Y por último hay el don personal que nos lleva a los límites humanos de genios especialmente dotados como:
Einstein, Newton, Da Vinci, Van Gogh, Kafka, Platón, Pitágoras, Bach, Kant…

Modestamente, podemos analizarnos y reconocer en qué momentos hemos dado lo mejor de nosotros mismos o qué dones nos caracterizan más.
Hasta lo que he dicho podemos decir que soy especial, como todos, por ser único, por mi percepción de las cosas y también por un don personal. Creo que mi don de alguna forma está en escribir plasmando mis sentimientos/pensamientos (descubriendo cosas de mi mismo) al mismo tiempo que voy recogiendo cosas que han dicho otros o que me dicen conocidos míos directamente. Esto me ayuda a comprender lo que hay fuera siguiendo mi camino personal, partiendo de mis intereses, motivaciones, ideas/conocimientos, etc.

Volviendo a la pregunta del principio me surge otra. Qué es lo especial: aquello brillante que se desprende de nuestra vida o aquello que nos ha iluminado/inspirado? Supongo que las dos cosas: es especial la lectura personal que hacemos de la vida pero tb el propio mundo está allí para mostrarnos todo lo que hay de bueno y malo.

Escribir vs Hablar

Escribir es una herramienta que da sentido a lo que pienso/siento porqué muchas veces me ha servido para expresar dudas, contradicciones corazón-cabeza. A medida que uno va ordenando (o siendo consciente de) el caos que uno es... todo cobra sentido.

Tb da sentido a lo que vivo. Si no escribiera me olvidaría de muchos detalles y personas importantes en mi vida y al cabo de unos años me daría cuenta que tendría un pasado borroso y confuso. Relativizaría más algunas cosas, quitaría valor a cosas que para mi antes lo tenían y así no se aprende del pasado. La memoria es importante.

Escribir me permite enlazar muchos temas uno detrás de otros o ampliar uno solo hasta encontrar mis límites. Creo que al escribir tengo más capacidad de análisis, veo con más claridad el conjunto y sus detalles y tb, la forma más positiva de afrontar las cosas importantes

Hablar es ideal para intercambiar ideas e ir modificándolas sobre la marcha (mientras se dialoga) pero no para decir todo lo que uno piensa. Cuesta más valorar el conjunto y tendemos a interrumpir.

Escribiendo nadie ni nada me interrumpe. Descubro muchas ideas y sentimientos que no sospechaba tener dentro o sentirlos de esa forma. También se puede comprender más a los demás: leer con calma lo que otro opina, hacerse una idea global de lo que piensa, valorar cada uno de los detalles que expresa y contestar punto por punto sin perder de vista la idea general.

Mientras uno habla el otro no puede estar pendiente de todo lo que le dice el otro porqué en nuestra mente se cruzan nuestras ideas y queremos intervenir, pensamos en nuestra siguiente intervención y nos distraemos sin prestar toda la atención al que nos habla. Leyendo lo que te escribe otro, uno puede concentrarse al máximo con las ideas de otro, volver a leer si se desconcentra.

Cuando se habla las frases se las lleva el viento con más facilidad, la gente se queda muchas veces con pocas ideas y se discuten con facilidad. Lo escrito no desaparece tan fácilmente y eso es bueno pero tb es una responsabilidad.

¿Por qué escribo?

Es maravilloso para mi sentir deseo de escribir, conseguir plasmar cosas que a penas se identificar o describir, transmitir incluso más allá de lo que dicen las palabras, tocando temas que no suelo tocar de otra forma o estructurando las ideas que de otra forma tampoco conseguiría poner en orden. Es algo mágico, impredecible, sorprendente.

Para mi escribir es la única forma de conocerme a mi mismo completamente y también creo que tengo que transmitir a los demás toda esa fuerza, energía, ideas que me surgen cuando escribo. Sólo cuando escribo conecto completamente con todo lo que siento,pienso,vivo,soy.

No escondo que mi deseo siempre es compartir lo que escribo. Por un lado tengo mi orgullo, ego que hace querer mostrar lo bueno que uno hace. Además me ayuda a confiar/creer en mi y me gusta reconocerme en un texto que tiene mi sello personal.
Por el otro, y más importante, me siento con la obligación de transmitir ese lado bello de la vida que puedo ver y sobretodo plasmar puesto que tal y como yo lo veo/escribo no lo ve nadie, es único y distinto.

Si todos hiciéramos esto contribuiríamos a hacer mejor el mundo, Slava Polunin dice que “el mundo sólo cambiará cuando cada persona sea capaz de realizarse a sí misma”. A veces pienso en toda la belleza que se pierde en cada momento pq la gente se queda para sí misma los momentos de felicidad, los pensamientos/ideas únicos y brillantes que vienen, se van y no vuelven.

Todos tenemos un cuerpo y un espíritu. Mi espíritu se expresa con toda su fuerza y personalidad cuando escribo. Seguramente quien me conoce bien lo verá expresado en otras formas pero yo no me doy cuenta. De alguna forma, para mi, escribir es el respiro de mi alma. Para escribir hay que haber vivido algo: experiencias, hechos que se suceden en nuestra vida, fotos, palabras, paisajes...

Escribir plasma experiencias, leer provoca sentimientos. No parece maravilloso/mágico/misterioso que de unas palabras surjan sentimientos o que las experiencias se puedan recoger en palabras?

Correr como metáfora de vida

Correr como metáfora de vida

Dicen que el deporte es una metáfora de la vida.
Hoy he ido a correr. Es un deporte que me gusta. También me gusta la bici, para mi un símbolo de libertad desde pequeño. Pero vivo en una ciudad y se me queda pequeña la zona donde puedo ir en bici, hay demasiadas carreteras peligrosas cerca, me limitan y me hacen perder la sensación de libertad. Corriendo puedo estar una hora a mis anchas sin preocuparme por si llego a carreteras llenas de coches hambrientos de kilómetros.
Gracias a que vivo en las afueras de la ciudad, cerca de la montaña, puedo salir a correr en contacto con la naturaleza.

Hay dos formas de correr. Por encima de tus posibilidades o por debajo. Uno puede correr relajádamente, sin apenas darse cuenta, sin pensar cada una de las zancadas y sin ser consciente del ritmo que uno lleva. Por contra, se puede correr a consciencia, alargando la zancada, dominando la respiración, acelerando el braceo, al límite...

Esa delgada línea entre correr sin forzar y llevar un ritmo que requiera esfuerzo y concentración para no rebajarlo, me ha hecho pensar en otro aspecto de la vida: el amor-amistad. Dentro de una amistad chico-chica nos encontramos con ritmos de todo tipo, más cómodos o más forzados.

De entrada poca gente se ha enamorado mútuamente y han pasado de conocerse a enamorarse los dos a la vez saltándose la amistad. Lo habitual pues, es que la relación empiece en bajada, a ritmo suave, en un terreno llano y relajado. Sin embargo esta situación no suele durar mucho. Si no hay interés por las dos partes la carrera es corta y se acaba.

Amistades puras y satisfactorias no hay muchas. La sombra de la pasión y el enamoramiento suele estar merodeando la amistad chico-chica como una amenaza constante, es una sospecha que acecha el próximo recodo del camino. La amistad pura se da cuando las dos personas lo tienen muy claro y pactan sólo amistad. Si hay interés por una de las partes en ir más allá, el ritmo se acelera y llega con facilidad a la barrera, al límite de la amistad-amor. Si la otra persona no se encuentra cómoda se rebasa ese límite y es cuando se sufre, se va a un ritmo insostenible, imparable. La pasión es difícil de parar por uno mismo. Rebasado el límite de la amistad el amor no llega tan fácilmente. Sólo puede llegar en el caso que las dos personas se amen mútuamente, en un compromiso de los dos.

Cuando la pasión alcanza la amistad, por un lado puede que la otra persona se de cuenta. Entonces el enamoramiento es notorio y transparente a los dos, puede dar lugar al amor o no. Por el otro lado puede que haya una declaración de por medio, la pasión empieza a tranquilizarse y con el tiempo se va normalizando aunque el desenlace es doble otra vez: amor o no.

Si se rompe la amistad por culpa de esa pasión, la carrera acaba en un sprint final angustioso al que el cuerpo responde mal (los finales bruscos nunca sientan bien). Si los dos se conocen bien y hay buena comunicación puede que nazca una comprensión y respeto que conduzca por senderos otra vez más favorables a una carrera tranquila, sin dolor, relajada, hasta llegar suavemente a una nueva etapa de la carrera: el paseo tranquilo de la amistad.

En sus altos y bajos la relación chico-chica tiende se estabiliza cuando se alcanza un amor duradero o la amistad pura, pactada. Claro que hay muchas otras posibilidades y casos intermedios, tantos casos como personas. Pero ya sabéis que me gusta generalizar. Es inevitable opinar sin generalizar un poco.

Entre todas las voces oigo una que dice:

Entre todas las voces oigo una que dice:
" < < Quiero Que Mi Vida Signifique Algo Para Mi > > "

He aprendido.

...que no puedo hacer que alguien me ame sino ser alguien a quien se pueda amar. El resto depende de los otros.
...que de los momentos felices o los placeres no hay que abusar sinó saborearlos, degustarlos y sonreír cuando se acaban.
...que a las personas que amo no me tengo que cansar de decirles que aprecio lo que me aportan, que me importan, que les quiero. De la forma que sea: palabra, gesto, mirada,...
...que cuesta años construir la confianza y únicamente segundos para destruirla. El amor no entiende de tiempo ni distancia. Ni de límites, en general.
...que si se como resolver algo: ’don’t worry’ y que si no hay solución ’don’t worry’ también.
...que por bueno que sea el buen amigo, tarde o temprano me voy a sentir herido por él y debo saber perdonarlo.
...que es muy difícil determinar donde fijar el límite entre no herir los sentimientos de los demás y defender lo que creo.
...que la cabeza da dirección, tranquilidad y sitúa a uno donde está y que el corazón debe expresarse y desahogarse para seguir vivo.

...que nunca se acaba de aprender.
...que por mucho que aprenda, hay que revisar lo aprendido para que sirva de algo.
...que tropiezo con la misma piedra pero, aunque parezca que no, he aprendido!

¿QUIENES SOMOS?

¿QUIENES SOMOS? Todo el mundo tiene su historia. Aunque no lo queramos, el tiempo corre constante e imparable, es inevitable tener un pasado. Sin duda el pasado condiciona lo que hacemos ahora, el presente, y a su vez el futuro toma impulso en base a lo que construimos día a día. Sin embargo no considero que el pasado tenga tanta importancia para definir quienes somos. No he tenido una vida fácil, apacible hasta ahora, afortunadamente… Sino no hubiera aprendido nada y estaría aún andando a gatas. El día a día de un niño de dos años podría ser éste:

He vertido colonia a la alfombra. Huele bien. Mamá se ha enfadado y me ha gritado a pocos centímetros de mi cara (su aliento no huele igual de bien). He hecho una excursión por la cocina. Me han vetado la entrada. La cocina está prohibida. He metido los dedos en la sopa. Quemaba. Me han reñido. Me he encontrado un lápiz rojo. He pintado la pared. Me han pegado. Tocaba tomarme la leche. Pero yo quería agua! He llorado. Me han dejado sin merienda. Todo está prohibido, porqué me han traído al mundo?

Pues esto, las dificultades nos hacen tirar adelante. Hay gente que lo ha pasado mucho peor que yo y creo que pese a su pasado, hay algo que ha influido más y ha sido más decisivo para su destino. Creo que lo que nos da vida es la fuerza interior, si el mundo exterior ahoga al interior sólo logrando concentrar esta fuerza conseguiremos recobrar esta vida. Esto es lo decisivo: tener el valor para confiar en nosotros mismos, los únicos que nos podemos salvar en última instancia. Estamos solos, por muy íntima que sea una amistad o relación de pareja, en el fondo, estamos solos. Creo que las depresiones o la baja autoestima es de muy difícil superación si dependemos al 100% de los demás. Quizá no sea algo directo pero de alguna forma por lo que somos o hacemos podemos ir recuperándola. Tenemos que aprender a estar solos pese a que nos vendan que siempre hay que estar haciendo algo y, a poder ser, en compañía. Siempre necesitamos ruido y distracc. Creo que sólo si sabemos estar bien con nosotros mismos, si sabemos cuidar de nosotros podremos amar…

¿Somos?

¿Somos? Muy bien, hasta aquí os he contado porqué somos. Fantástico, pero ¿y ahora qué? Desde que nacemos nos van educando. A base de risotadas, bobadas, frases absurdas y, ocasionalmente, gracias a alguna conversación coherente lejana; aprendemos, sorprendentemente, a hablar. A lo largo de los primeros meses captamos infinidad de imágenes; identificamos objetos con nombres (aunque nos cueste entender que los perros se llaman 'perro' y no 'guau-guau'); nos acostumbramos a personas; interpretamos movimientos; coordinamos nuestro cuerpo, nos comunicamos y nos hacemos un lugar en el entorno que nos rodea. Los familiares más cercanos, sobretodo nuestra madre: la Mammmáaaah nos proporciona todo lo que necesitamos, principalmente, cariño, algo de que muchos carecen.

Así es como crecemos la mayoría de nosotros. Poco a poco, uno se da cuenta de las cosas importantes. Lo principal es nuestra identidad. Así como damos nombre a las cosas, nosotros respondemos al nuestro. El día que te ves por primera vez en el espejo o te reconoces en una foto te acabas de situar en el mundo, te das cuenta de ti mismo. Este es el punto de partida para crecer interiormente. De eso os quiero hablar. Nuestra piel es frontera, muralla entre dos mundos: el interior y el exterior. No podemos vivir encerrados en uno o sólo dispersos en el otro. Tampoco podemos saber qué hacer aquí sin conocer quienes somos. Sería intentar hacer algo sin saber qué nos mueve a hacerlo.

¿Por qué somos?

¿Por qué somos? Bienvenido lectora/or, lee atentamente lo que sigue si quieres conocerme y conocerte(para mi leer a alguien también ayuda a conocerse a uno mismo al descubrir lo que te sugiere lo leído)... Soy un chico de Barcelona, esta es mi realidad. Nací aquí, sí, y por esta increíble casualidad, soy. ¿Ya sabes como hemos venido al mundo, no? Mira que es casualidad que precisamente mi pequeño y cabezudo renacuajo, mi representante, acertara con mi otra mitad, el óvulo, antes que sus otros miles de competidores. Así se completó mi ADN, sí. Pero, ¿y si no se hubieran unido los renacuajos y óvulos correspondientes a mis antepasados como finalmente hicieron? Supongamos que así fuera hasta un cierto momento histórico, por ejemplo hasta mis abuelos. ¿Y si mi abuelo y abuela no se hubieran conocido? ¿Y si no se hubieran enamorado? ¡Ay amig@ lectora/or! Entonces yo no estaría escribiendo esto. Así que tenemos que estar más que agradecidos a la Suerte y si alguna vez no nos sonríe o nos juega una pasada siempre nos quedará la historia afortunada de nuestra venida a la vida.

Déjame insistir en ésta valoración que estoy haciendo de la vida. Como decía, estamos aquí por pura casualidad, por chiripa! Entonces, a qué viene la soberbia, la avaricia, el querer ser el más popular... ¿Qué sentido tienen la envídia, la intolerancia y la crueldad?

Pero vamos a ver, que la vida nos haya sido dada de rebote no significa que no tenga ningún valor, que sea supérflua. Una vez conseguida hay que luchar para mantener la nuestra propia y la ajena con todas nuestras fuerzas. Y si en nuestre breve paso por aquí conseguimos dar sentido a lo que hacemos, a amarlo y respetar y amar a los que nos rodean... creo que con esto podemos darnos por satisfechos.

Dialogamos? o sólo hablamos sin escuchar?

Dialogamos? o sólo hablamos sin escuchar? [P.Lluís Armengol y Bernils, SJ (jesuita)]

Dios nos ha dado la palabra para que pudiésemos relacionarnos con los demás, pero hay tantos que lo desaprovechamos. Muchas parejas no dialogan; pero el amor se enfría. Hay miembros de una comunidad que casi no se hablan; pero la unión sale enflaquecida. Muchos padres no hablan lo suficiente con sus hijos; entonces no los comprenden.

• Porqué no dialogamos las personas?
• Algunos por egoísmo: no quieren "perder" tiempo porqué creen que no sacan ningún provecho personal.
• Hay otros que creen que dialogar es tener que hacer concesiones: reconocer que se está equivocado y tener que cambiar comportamientos.
• Los hay que no hablan porqué "no necesitan" dar explicaciones a nadie: se consideran "la verdad" absoluta...
• Otros sí hablan pero su mensaje es vacío, no tienen nada que comunicar. De qué les sirve el lenguaje?
• También hay quién no ama: su conversación desune, entristece, hace perder la esperanza y las ganas de vivir.
• Finalmente, digamos que hay los que hablan pero no escuchan. Son diálogos de sordos que no traen a ninguna parte.

Todas éstas cosas suceden porqué falla el diálogo esencial: orar. Cuando Dios no habita en los corazones; falta luz, amor, comprensión, capacidad de perdonar, deseo de ayudar y de hacer felices a los demás...

Para hablar de verdad hay que tener un corazón limpio. El mal que traemos dentro nos aleja de la auténtica comunicación. Es escuchando nuestro interior, al Señor, como nos llenaremos de su luz y amor. Es escuchando a la gente que nos rodea como la comprenderemos y le podremos transmitir ésta luz y esta estima. Aprender a hablar...


No tengo ni una coma más que añadir... por una vez, a la hora de transcribir éste texto no propio, me he limitado a copiar letra por letra, creo que el texto se lo merece.
Se lo dedico muy especialmente a Xisca, con quien de alguna forma me gustaría compartir más espacios de diálogo pero por razones de distancia (ella en Mallorca y yo en Cataluña) la amistad no es muy real ni cotidiana pero sí bastante auténtica y compartida, pese a todo.