En el artículo anterior presentábamos la causa de Anna Politkóvskaya, hablábamos de la persecución que sufría y reproducíamos una de sus narraciones sobre la tragedia de Beslán. En esta última entrega reproducimos el artículo que supuso su testamento periodístico, algunas reacciones tras su muerte y el episodio del intento de envenenamiento que sufrió.
El asesinato de Anna Politkóvskaya no fue casual. Ella misma reconocía sentir los servicios secretos rusos como “presencias inquietantes en mi vida”. Pocas semanas antes de su muerte, durante una conversación telefónica con su hijo, detecta algo extraño
en su voz y le insiste que le cuente qué sucede. Después de dudar si contárselo en ese momento o en casa, su hijo le revela que ese mismo día habían matado -en el segundo piso del bloque en el que vivían- a una mujer igual que ella: pelo corto, rubia y con gafas. En ese momento, Anna entendió que su vecina había pagado por ella y que le tocaría antes o después.
Una madre que intentaba llevar una vida normal
Anna no era una héroe o una especie de misionera que lo deja todo para entregarse a una causa. El día de su muerte, volvía de la compra y en las bolsas había entre otras cosas comida para su perro y medicinas para su hija. Tenía su vida privada, contaba con el apoyo de su familia y era una madre normal.
Como señal de este apoyo están las palabras de su hija un año después del deceso de su madre: "sonará extraño pero yo no pienso como otros familiares. No los estoy juzgando pero sé que de una manera u otra le preguntaban porque actuaba así, le decían que era peligroso, que tenía que ocuparse de otros temas o que tenía que exiliarse, pero ella no lo quería y yo siempre lo he entendido."
La incómoda influencia política de Politkóvskaya
El 10 de octubre de 2010, el pueblo ruso le pudo dar su último homenaje en un cementerio a 20km del centro de Moscú y, a pesar de encontrarse a las afueras de la ciudad, la afluencia fue abundante, como era de esperar por tratarse de una persona tan querida. Lo más destacable, sin embargo, fueron las ausencias: no se personó ninguna autoridad política significativa.
En el ámbito de la política destacan dos voces. El ex presidente Mijaíl Gorbachov declaró que el asesinato de Anna había sido “un delito político". Por el contrario, el entonces presidente de la Federación Rusia, Vladimir Putin, leyó un comunicado ese mismo día en el que afirmaba: "Anna Politkóvskaya era crítica con el posicionamiento y políticas de las autoridades rusas pero es justo que sepáis que no tenía ninguna vinculación ni influencia con el sistema. Era conocida en el ámbito del periodismo, las organizaciones para los derechos humanos y en Occidente.”
Según interpreta Roberto Saviano, las palabras de Putin son un modo de decir que ningún dirigente político estaba interesado en acabar con su vida aunque está fuera de toda duda que Anna tuvo una gran influencia, sobretodo en el extranjero, pero también en el conjunto de la República Soviética. Cabe recordar que Anna fue elegida por la parte negociadora chechena para mediar en el asalto al teatro Dubrovka de Moscú aunque trataron de envenenarla cuando pretendía hacer lo propio en el secuestro de Beslán. Todo ello es lo que convertía sus palabras en peligrosas.
Envenenada en el avión hacia Beslán
Anna se empieza a encontrar mal mientras se hallaba en el avión hacia Beslán, donde tenía que participar como mediadora. Habían envenenado la comida. El piloto regresó para que Politkóvskaya fuera atendida en un hospital para curarla. Anna sospechó desde el principio que alguien no estaba interesado en que tomara parte en la negociación y por eso solicitó inmediatamente los análisis. Sin embargo, éstos no aparecieron nunca.
Con este estado de las cosas, otra persona habría renunciado, pero ella tuvo el coraje de denunciar lo sucedido aún sin tener pruebas. Todo el mundo, incluso sus compañeros de profesión, tenían serias dudas y creían que Anna había visto demasiadas películas del agente 007. No se la tomaban en serio: envenenada en el catering de un avión, análisis sanitarios sustraídos. Sabía a lo que se vería expuesta pero, aún así, denunció.
Su testamento periodístico
Reproducimos un artículo titulado ‘Estoy cansada’ en el que se refleja toda su persona: el hecho de ser rusa, periodista y mujer.
"Yo no escribo nunca comentarios ni opiniones. Yo siempre he creído y continuo creyendo que lo nuestro no es hacer juicios. Soy una periodista, no un juez. Yo me limito a contar los hechos tal y como son. Parece la cosa más fácil pero -por el contrario- es lo más difícil y conlleva pagar un alto precio. ¿Y cual es ese precio? Que acabas por no poder hacer tu trabajo sino en medio de una guerra. Te sientes en lucha y yo a los 47 años estoy cansada. No atemorizada ni descorazonada sino simplemente cansada.
Cansada de leer cada día en los periódicos, que soy una loca: Politkóvskaya la paranoica, Politkóvskaya la esquizofrénica. Cansada de contar a mis hijos porque quien dice la verdad es un loco mientras quien dice mentiras hace carrera. Cansada de recibir de 10 a 15 amenazas de muerte a la semana en el correo o por teléfono. Cansada de sentirme un criminal: cada seis días -cuando sale un artículo mío- me llevan a comisaría junto a ladrones y delincuentes que lo están por secuestro, violación, hurto. Yo por periodismo.
Conozco los corredores, los escritorios, los despachos. Entro, me siento y respondo siempre a las mismas preguntas. La primera siempre es "¿Por qué ha escrito cosas falsas? ¿Quién le ha pasado esta información?Y el interrogatorio prosigue dos, tres o cuatro horas más. A veces me han retenido más tiempo o incluso me han llegado a arrestar. Estoy cansada de contar a mis hijos porque paso la noche en la cárcel.
Estoy cansada de pensar que aquí la información libre no existe. El 90% de los periodistas en Rusia van con el carné en la boca. Cuando estás afiliado a un partido político ya no eres un periodista sino un portavoz. La prensa se divide en dos: quién está con Rusia o contra ella”.
Este es el mensaje principal. Quien cuenta las contradicciones se le considera que va contra el país. Si ’estás con Rusia’ en cinco años te hacen diputado, si no olvídate de ser periodista. Lo que harás –como buen periodista- será considerado propaganda contra el Estado y eso se castiga - antes o después- con la muerte.
Es oportuno acabar este artículo mencionando las palabras que pronunció el presidente de la Unión de Periodistas de Rusia el día de su entierro: “si todos los periodistas hubieran sido tan valientes como Anna Politkovskaya, ella no habría sido asesinada. Quienes la mataron habrían dudado, ya que otro periodista habría ocupado su lugar. Murió porque la dejaron sola”.
0 comentarios