Lo que aprendí el 11M
El ritmo que llevo, la dinámica que cojo me adormece la conciencia de estar vivo y disfrutar esa sensación con toda su dimensión. Olvido que un día la MUERTE se me llevará, quizá sin que esté preparado, sin avisar. Éstos días en que LA tenemos presente veo que la VIDA es lo único que tengo, es corta e insignificante pero a la vez lo es todo. Me invade un enorme respeto a la vida de los demás, a su dignidad.
Sólo golpes como el del 11M me despiertan verdaderamente y me hacen tomar conciencia de vivir cada instante y es entonces cuando dejo volar mi ser hasta donde mis límites (si los hay) me llevan: hoy sufro al lado de las víctimas y me pongo en su lugar (aunque es un ejercicio de imaginación, nunca sabremos lo que sienten). Entonces me doy cuenta de la potencia de la mente, el pensamiento y el corazón. No sabemos hasta dónde nos puede llevar, por suerte no lo sabemos todo.
Vida y muerte. Muerte y vida, entrelazadas por un enorme lazo negro que nos envuelve a todos. Desde la vida, al mirar la muerte, podemos tomar dos caminos: El de la angustia existencial o el de la tranquilidad que da pensar que cada minuto es un regalo.
Una tragedia de éste tipo contiene toda la gama de sentimientos, actitudes y virtudes del ser humano: desde el odio, la crueldad y el fanatismo que desprecia la vida, hasta la solidaridad, la entrega y la valentía. En estado puro. El contraste es tan brutal que sólo el tiempo permite asimilar lo ocurrido, integrarlo y transformarlo. La fatalidad nos sensibiliza, une y humaniza. A ti, víctima del terrorismo sólo te puedo decir una cosa: transformar ésta experiencia puede hacerte amar esta vida con energía renovada, reordenar tu escala de valores, dedicar tu tiempo en otras cosas.
De la tragedia surgen, como de entre las tinieblas, trazos de generosidad de indiscutible naturalidad, se muestra lo mejor del ser humano con descaro y la frescura de almas limpias y vivas que actúan de inercia movidas por los hilos del amor más hondo por la vida Algo tan real como intangible Cuando oyes los testimonios de los supervivientes: podría haber sido yo, ese día no subí al tren , me dan unas ganas enormes de dejar a un lado las tonterías que me bloquean y amar lo único que tengo, abrazar a quién quiero como si fuera mi última voluntad. Visto así me siento capaz de llevarme bien con todo el mundo, pocas imágenes como la de verme en ese tren me hacen sentir como uno más y, a cualquier persona, a alguien como yo.
Es cuando abro así mi mente y dejo que mi corazón se sensibilice, cuando me invade la serenidad y la sonrisa que abre las puertas de la felicidad. No se viven momentos de esos muy a menudo pero es bueno despertar de vez en cuando y dejarnos llevar sintiéndonos vulnerables
Qué absurdo es angustiarse, enfadarse o discutir cuando uno nota todo el peso de la VIDA( lo único que tenemos) sobre la conciencia.
Sólo golpes como el del 11M me despiertan verdaderamente y me hacen tomar conciencia de vivir cada instante y es entonces cuando dejo volar mi ser hasta donde mis límites (si los hay) me llevan: hoy sufro al lado de las víctimas y me pongo en su lugar (aunque es un ejercicio de imaginación, nunca sabremos lo que sienten). Entonces me doy cuenta de la potencia de la mente, el pensamiento y el corazón. No sabemos hasta dónde nos puede llevar, por suerte no lo sabemos todo.
Vida y muerte. Muerte y vida, entrelazadas por un enorme lazo negro que nos envuelve a todos. Desde la vida, al mirar la muerte, podemos tomar dos caminos: El de la angustia existencial o el de la tranquilidad que da pensar que cada minuto es un regalo.
Una tragedia de éste tipo contiene toda la gama de sentimientos, actitudes y virtudes del ser humano: desde el odio, la crueldad y el fanatismo que desprecia la vida, hasta la solidaridad, la entrega y la valentía. En estado puro. El contraste es tan brutal que sólo el tiempo permite asimilar lo ocurrido, integrarlo y transformarlo. La fatalidad nos sensibiliza, une y humaniza. A ti, víctima del terrorismo sólo te puedo decir una cosa: transformar ésta experiencia puede hacerte amar esta vida con energía renovada, reordenar tu escala de valores, dedicar tu tiempo en otras cosas.
De la tragedia surgen, como de entre las tinieblas, trazos de generosidad de indiscutible naturalidad, se muestra lo mejor del ser humano con descaro y la frescura de almas limpias y vivas que actúan de inercia movidas por los hilos del amor más hondo por la vida Algo tan real como intangible Cuando oyes los testimonios de los supervivientes: podría haber sido yo, ese día no subí al tren , me dan unas ganas enormes de dejar a un lado las tonterías que me bloquean y amar lo único que tengo, abrazar a quién quiero como si fuera mi última voluntad. Visto así me siento capaz de llevarme bien con todo el mundo, pocas imágenes como la de verme en ese tren me hacen sentir como uno más y, a cualquier persona, a alguien como yo.
Es cuando abro así mi mente y dejo que mi corazón se sensibilice, cuando me invade la serenidad y la sonrisa que abre las puertas de la felicidad. No se viven momentos de esos muy a menudo pero es bueno despertar de vez en cuando y dejarnos llevar sintiéndonos vulnerables
Qué absurdo es angustiarse, enfadarse o discutir cuando uno nota todo el peso de la VIDA( lo único que tenemos) sobre la conciencia.
4 comentarios
Tonificante -
Ulisecs -
Un abrazo.
AZUL de Blancos -
Marta -
Muy acertada reflexión. Somos tan capaces de perder el tiempo con nimiedades, que olvidamos lo realmente importante.
besos