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UNIENDO CASUALIDADES

El lapiz y el dibujo

El lapiz y el dibujo

 

[Imagen de gettyimages.com]

Un día más, Javier se encontraba solo en la oficina. A las seis y media el grueso del equipo había ido desfilando uno tras otro con los preceptivos ‘hasta mañana’. Su secretaria y alguno de sus ayudantes soltaron el boli pasadas las siete. Levantó la vista de su portátil con satisfacción. Había llegado la hora de conectarse alchat.

Hacía cosa de un par de meses Rodrigo, uno de los managers, le había convencido de lo fácil que era encontrar un ligue por Internet. Pero no en cualquier chat sino en una especie de agencia matrimonial cibernética donde te dabas de alta y por diez euros al mes podías conocer a la gente más afín a tus intereses.

Javier era uno de esos directivos casados que no encuentran el camino de casa y se pasan el día en la oficina y, si salen de ella, van al bar con los amigos o, como en el caso de Javier, a una cita con su amiga virtual que hoy dejaría de serlo.

Salió a las ocho. Se sorprendió de salir a la calle iluminada con los últimos rayos de sol.

Encontró su calle a la primera, número 245, 3-2. Le abrió la puerta de su piso una sonriente belleza rusa llamada Jana. En ese mismo momento, en su casa, su mujer estaba bañando al pequeño de su saga de cuatro hijos y el tercero, Lorenzo, estaba en el comedor dibujando con la mesa llena de lápices de colores.

A las once de la noche Javier entró en su domicilio sin hacer ruido y como una pantera atravesó el comedor a oscuras. Un lápiz olvidado por Lorenzo le hizo resbalar y por poco que no se rompe la crisma. Repuesto del incidente, que no había despertado a nadie, abrió la luz del comedor. En el centro de la mesa se encontraba el dibujo aún por colorear de Lorenzo. En él estaban de pie su mujer acompañada de sus cuatro vástagos. Él estaba ausente. Repasó una por una las caras sonrientes dibujadas por su hijo y no pudo reprimir una honda y sincera tristeza y vergüenza de si mismo. Él no participaba de esa felicidad, de esa infancia, hacía tiempo que había dejado de ser padre.

 

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