¿Un masaje?
Qué fresquita estaba el agua. Mmm... qué sensación más refrescante, se estaba divinamente al sol. Tonificante, refrescante... La camisa no me molestaba, me protegía de las quemaduras. Ella estaba tumbada en la arena con los brazos construyendo una almohada. Me miró e hizo un gesto medido, sin gesticular demasiado, que enseguida interpreté. Cerró los ojos en cuanto notó mi reacción positiva.
La verdad es que me gustaba hacer masajes, es todo un arte. Ser consciente de que hay unas expectativas, una reacción a cada estímulo, un elemento para sorprender. Me gustan éste tipo de cosas en las que con la imaginación puedes sorprender, animar o satisfacer a alguien. Arrodillado me fui sentando, lenta y acompasádamente, hasta que noté su bañador húmedo bajo el mío. Desabroché la parte superior del bikini (vamos, lo único que es desabrochable).
Puse las yemas de mis dedos repartidas sobre su piel acariciando su espalda verticalmente: de arriba a abajo, sincronizando cada repetición con las olas que besaban la arena a pocos metros. Cogí la crema solar y dejé caer unas pocas gotas a lo largo de su columna vertebral. La piel estaba seca, muy fina. Dejé que fueran mis manos las que jugaran con la crema esparciéndola realizando dibujos circulares, sinuosos, siempre paralelos pero ondulantes y a diferentes intensidades...
Empezando por un lado desde el cuello fui pinzando su piel, con dedo pulgar e índice. Fui recorriendo todo ese lado, pasé por el fin de la espalda al otro lado y volví a subir hasta el cuello donde me entretuve un rato.
Ahora entraron en acción los nudillos de los dedos (la articulación de los dedos) que se presta muy bien a los masajes rotatorios.
Para reforzar la zona próxima al cuello hice un puntilleo equivalente al teclear rápido y sobre el resto de la espalda un ejercicio rotatorio con el dorso de la mano.
En las pausas renové la crema esparciéndola simétricamente con las manos juntas en la columna separándolas a la vez.
Cuando su espalda estaba seca de nuevo volví a los círculos y las líneas imaginarias sobre su cuerpo. Subia y bajaba como si mis dedos fueran las puas de un peine o rasclillo. Lentamente bajé mi rostro hacia su espalda y acaricié su piel con mis labios...
Ahora te toca a ti plasmar tus sensaciones a cada estímulo, antes y después del masaje, continuar la historia, poner diálogos, pensamientos... En un inicio pensaba intercalar los pensamientos de cada uno, de él y de ella pero he dejado el personaje pasivo que se exprese a través tuyo, con tu voz. Adelante!
La verdad es que me gustaba hacer masajes, es todo un arte. Ser consciente de que hay unas expectativas, una reacción a cada estímulo, un elemento para sorprender. Me gustan éste tipo de cosas en las que con la imaginación puedes sorprender, animar o satisfacer a alguien. Arrodillado me fui sentando, lenta y acompasádamente, hasta que noté su bañador húmedo bajo el mío. Desabroché la parte superior del bikini (vamos, lo único que es desabrochable).
Puse las yemas de mis dedos repartidas sobre su piel acariciando su espalda verticalmente: de arriba a abajo, sincronizando cada repetición con las olas que besaban la arena a pocos metros. Cogí la crema solar y dejé caer unas pocas gotas a lo largo de su columna vertebral. La piel estaba seca, muy fina. Dejé que fueran mis manos las que jugaran con la crema esparciéndola realizando dibujos circulares, sinuosos, siempre paralelos pero ondulantes y a diferentes intensidades...
Empezando por un lado desde el cuello fui pinzando su piel, con dedo pulgar e índice. Fui recorriendo todo ese lado, pasé por el fin de la espalda al otro lado y volví a subir hasta el cuello donde me entretuve un rato.
Ahora entraron en acción los nudillos de los dedos (la articulación de los dedos) que se presta muy bien a los masajes rotatorios.
Para reforzar la zona próxima al cuello hice un puntilleo equivalente al teclear rápido y sobre el resto de la espalda un ejercicio rotatorio con el dorso de la mano.
En las pausas renové la crema esparciéndola simétricamente con las manos juntas en la columna separándolas a la vez.
Cuando su espalda estaba seca de nuevo volví a los círculos y las líneas imaginarias sobre su cuerpo. Subia y bajaba como si mis dedos fueran las puas de un peine o rasclillo. Lentamente bajé mi rostro hacia su espalda y acaricié su piel con mis labios...
Ahora te toca a ti plasmar tus sensaciones a cada estímulo, antes y después del masaje, continuar la historia, poner diálogos, pensamientos... En un inicio pensaba intercalar los pensamientos de cada uno, de él y de ella pero he dejado el personaje pasivo que se exprese a través tuyo, con tu voz. Adelante!
4 comentarios
Tonificante -
María: Me ha gustado eso de que ya [antes] te he masajeado pero no con las manos sinó, supongo, con una mirada de asentimiento que te ha predispuesto...
María -
[Después] Mmmmhh, gracias!!! Venga, ahora túmbate y cierra los ojos que me toca masajear a mí...
Hola Toni! Se nota que conoces el masaje y sus técnicas.
Saludos.
Corazón... -
Un saludo y buen día!
;o)
AZUL de Blancos -
Gracias por el masaje, me ha relajado bastante.