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Evocaciones

Civismo, dice cómo somos

Civismo, dice cómo somos

 

Es cierto que estamos en un mundo globalizado y sin fronteras. Cada vez hay más inmigración y las sociedades son una mezcla heterogénea de etnias, culturas y religiones.

Sin embargo he podido constatar recientemente las diferencies entre dos ciudades, dos países como son Barcelona – Zürich o España y Suiza.

Para empezar dejar claro que las comparaciones son odiosas puesto que Barcelona tiene más de millón y medio de habitantes mientras que Zürich tiene poco más de tres cientos mil. Barcelona es la ciudad europea con más densidad de población mientras que Zürich está oxigenada por zonas verdes, se reparte a lado y lado del lago y sus edificaciones no pasan de tres pisos.

Pero más allá de diferencias cosméticas os cuento algunas anécdotas de su cultura. Me llamó poderosamente la atención encontrarme que en las afueras de Zürich había una carreta de madera de unos dos metros de largo con ramos de flores, una hucha y un toldo que lo protegía del sol. Los clientes leían el cartelito con los precios y pagaban lo debido a cambio de las flores sin que ningún dependiente controlase la operación.

En todo el transporte público de Suiza (trenes, barcos, tranvías, autobuses) se compra el billete pero en ningún sitio se controla si pagas o no. Eso sí, a menudo pasa el revisor aunque raramente se encuentra con alguien que no haya pagado.

La ciudad estaba limpia y silenciosa y la gente se movía sin estrés. Naturalmente los generosos sueldos de Suiza y la baja densidad de población (sólo siete millones) hace que se pueda gestionar mucho mejor (sobretodo si se cuenta con un gobierno eficaz y serio).

Por el contrario, en Barcelona se multiplican los validadores de transporte (se valida además de la entrada, también la salida del metro), el bicing (el servicio de bicicletas públicas, pagando 24€ al año) sufre robos, maltrato de las bicis (gente que va de 2 en 2, que sube aceras sin bajarse) y se toman todas las precauciones como por ejemplo para evitar que se roben los sillines de las bicis.

Otra gran diferencia son los horarios. Allí es habitual trabajar de 8 de la mañana a 16h, con una pausa pequeña para hacer el sandwich. A las seis de la tarde cierran los negocios. Aquí si salimos de la oficina a las siete es temprano!

Por último otra característica: la autoridad.

En Suiza cualquier ciudadano conoce las normas de civismo y está dispuestas a recordárselas a cualquiera.

En Barcelona se habla mucho de la normativa de civismo pero es una norma escrita que no se ha trasladado a la sociedad: las calles estan llenas de borrachos y latas de cervezas por las noches, hay suciedad (a pesar de que los barrenderos trabajan a destajo), es insegura, y a nadie se le ocurre llamar la atención a otro ciudadano que se siente en el suelo en el metro o que fume en los andenes… Simplemente eso, todavía hoy aún existen las culturas que rigen la vida en sociedad.

Viaje en autocar

Viaje en autocar Sería un viaje largo de autocar.
Un amigo me esperaría la mañana siguiente al final del viaje.
Pasaría la noche entera durmiendo, o intentándolo, en el interior del autocar.
Mis compañeros de viaje harían el mismo recorrido, no sabia quién tenía que venir.
Cuando entré vi dos o tres caras conocidas desperdigadas por el autocar pero no me pude sentar cerca de ellos porqué el autocar estaba absolutamente lleno.
Sólo llegué a ver un asiento libre.
Ventanilla.
Al lado de una chica que conversaba animadamente con dos amigas que estaban sentadas en la misma fila al otro lado del pasillo.
Eran del mismo pueblo.
Entre risas y bromas empecé a conocer a todo el autobús.
La mayoría de gente se conocía y eran del mismo grupo.
Conforme fueron pasando las horas, más y más gente contribuían al concierto general de respiraciones profundas.
Yo no conseguía pegar ojo.
Suerte que había traído mi esponjoso cojín.
Lo pusimos entre las cabezas de mi compañera y yo.
Era morena, pelo largo y liso, labios gruesos, ojos marrones muy expresivos, voz serena y relajada.
Dormía como un lirón mientras yo tenía metido en los oídos el motor del autobús.
Así fuimos pasando la noche, cambiando la postura del cuello, del torso, cruzando las piernas, sentándome en el extremo del asiento o al fondo, apoyándome al cristal o al cojín,...
Sin embargo llegó un momento en que caí en un sueño superficial.
Al cabo de un rato me desperté y tenía mi mano debajo de su pierna derecha o su pierna encima de mi mano.
Acaricié su pierna mientras apartaba mi mano de su pierna y noté una sensación extraña: me sentí un poco culpable puesto que ella estaba dormida y no se enteró.
Ella tenía la cabeza recostada en el asiento y la boca sensualmente abierta.
Estuve a punto de despertarla, el sol ofrecía un amanecer espectacular abriéndose paso entre la bruma que cubría los campos de un verdor grisáceo.

The Forty-Part Motet

The Forty-Part Motet

Estábamos dentro de una iglesia restaurada. Se mantenía la estructura original pero dentro no quedaban imágenes, bancos ni demás. Ningún ornamento, sólo paredes y techo.
Después nos daríamos cuenta que no nos hacían falta detalles ornamentales, el espacio que contienen las paredes de una iglesia actúan como magnífica caja de resonancia. Ese era el sentido a estimular, la oída.

Entramos. No había nadie sólo había un silencio penetrante. Nos sentamos uno frente al otro en el medio de la iglesia, justo en el centro.
Entonces se empezaron a escuchar unas voces. Parecían murmullos, risas, comentarios al oído. Luego se dejaron escuchar desde puntos dispares de la iglesia toses, gente sonándose la nariz, respiraciones sonoras…

De repente explotó como un trueno una melodía compuesta de 40 voces entretejidas que sumadas tenían cuerpo, ocupaban todo el recinto y nos deleitaron durante un largo cuarto de hora a base de una pieza de coro vocal sin instrumentos donde se podía apreciar toda la riqueza de matices de la voz humana.
Fueron minutos donde el alma se nos llenaba de paz, la respiración se nos hacía lenta y profunda. Cerrábamos los ojos. Nos mirábamos con una sonrisa de oreja a oreja y enseguida nos recogíamos otra vez y nos concentrábamos en la música celestial que se nos ofrecía…

[Museu MACBA. Exposición disponible hasta el 1 de Mayo de 2007. Janet Cardiff "The Forty-Part Motet" (A Reworking of Spem in Alium by Thomas Tallis, 1573), 2001]

La sombra del avión

La sombra del avión

Primero fue un sueño, una idea gaseosa y fugaz cazada al vuelo. Poco a poco se pusieron en marcha un desconcertado corazón, un acelerado cerebro y un bullicioso estómago. Un par de llamadas hicieron más creíble lo que parecía una locura adolescente: reducir la distancia que separaba a ÉL de ELLA. El viaje había iniciado.

Parecía que las circunstancias les obligaban a posponer su reencuentro unos meses y en cuestión de unas horas estarían juntos: piel con piel.

Su cabeza seguía frenética procurando que ningún error fruto de la excitación y precipitación pusiera fin cruelmente a su sueño hecho realidad. Cuando tuvo la carta de embarque en su mano saltó de alegría y se hizo a la idea: ese papel confirmaba que mañana a las 12:50 salía su avión!!

Nunca antes se le había hecho tan largo el despegue, el avión parecía recorrer sucesiva y caprichosamente todas las pistas del aeropuerto hasta que el “accediendo a pista para el despegue” del piloto calmó su impaciencia. Aún notaba en su estómago una mezcla de mareo por el viaje y de emoción por el encuentro.

Hacía un día de invierno soleado y tan caluroso que echó en el asiento contiguo su bufanda y jersey. Intentó ahora leer un libro pero apenas leídas dos líneas le venía una idea que lo retornaba a su amada. Al fin y al cabo, ¿porqué forzarse a vivir otras vidas en los libros si la suya era la historia que más le interesaba en ese momento? Tenía muchas cosas en qué pensar. Quería ponerse en sintonía con ELLA y el paisaje limpio que veía a través de la ventanilla del avión le ayudaba.

Por fin veía la tierra de su amada. El avión jugueteaba a perseguir un río desde su desembocadura en el mar hasta su origen. Iba repasando uno a uno todo lo que veían sus ojos: carreteras con microscópicos coches, campos marrones o amarillos, pueblos con sus casitas, árboles… Pensó que desde allí parecía todo tan insignificante…

Sumido en pensamientos sobre lo pequeño e insignificante observó como un punto crecía hasta convertirse en una forma, era una sombra móvil. Se dio cuenta que era la propia sombra del avión. Faltaban cinco minutos para aterrizar y la sombra cada vez corría más, cada vez era más grande y se parecía más al avión.

En su mente se formó la siguiente imagen: ÉL llegaba desde el aire con avión y ELLA quería unirse a ÉL por tierra con la sombra de éste. Qué bonito era pensar que ÉL y ELLA, el aire y la tierra, tenían un puesto de cita, la pista del aeropuerto, donde en el preciso punto en que las ruedas del avión tocaran el suelo, la sombra del avión se uniría a él después de recorrer ríos, campos, carreteras y montañas. Cómo alguien dijo: “El amado sólo encuentra su paz en los brazos de su amada”.

Ella(2)

Ella(2) En éstas estaba cuando murió mi abuelo. No recuerdo quién me dijo que desde los cielos aún vivía y nos podía ver. Esto, lejos de reconfortarme, me dio miedo. Cada cosa mala que hacía creía que era censurada por él y así, poco a poco, dejé de hacer trastadas. Mi abuelo aparecía en mis sueños/pesadillas y, por cierto, no con un aspecto precisamente conciliador y tranquilizador.

Así que no es de extrañar que ya un poco mayor la imagen de mi abuelo se sustituyera por otra. Me sentía como una especie de caballero medieval. Tube el siguiente pensamiento: pensaba en ELLA, mi chica, la mujer de mi vida. Prometí que haría méritos para ser digno de ELLA. La veía como un ser maravilloso, bueno, angelical que no se puede dejar escapar, que pasa una sola vez y si se queda es para saciarte y colmarte de felicidad. Tenía que estar preparado para dar buena impresión. Y si no le gustaba? Y si no estaba a su altura? Y si la dejaba escapar?  

Intuía sus rasgos, lo que debía tener y lo que no. Pero nunca hice una lista de características, defectos y cualidades. No se trataba de ir a comprar un coche: no era mi estilo. Mi intuición me hace ver la globalidad de una persona y ver si es compatible conmigo o no, si me gusta o no globalmente. Creo que tiene que ver con lo esencial de la persona que, en definitiva, es lo importante. Las características nos dan unos rasgos pero hay centenares de mujeres que responden a un perfil similar a: inteligente, bella, simpática, divertida, con personalidad, comprensiva, discreta,... Sin embargo no nos enamoramos de todas las chicas que comparten todo eso. Hace falta que ese algo íntimo y esencial nos toque, nos llame la atención y nos convenza que sin ELLA nuestra vida es otra cosa.

No le ponía rostro ni nombre. Sabía que estaba ahí, esperándome.
No la buscaba pero sí estaba en actitud de búsqueda: estar atento a sus señales como quien sabe que está ante ELLA y se le aparecerá una sóla vez.

La gente cree que hay millones de candidatas y que el mundo no se acaba porque una te diga que no. Yo estoy en un término medio. Por un lado soy un romántico que cree en el amor para toda la vida pero la idea de la media naranja me parece excesiva. A lo largo de una vida cuantas chicas conocemos? Cien, medio millar? Si sólo hubiera una persona para cada uno no bastaría una sola vida para encontrarla. Sin embargo de entre todas ellas creo que está ELLA, una sola a la que entregar todo el amor que uno lleva dentro. Si no es posible que eso dure toda una vida por lo que sea... nunca se sabe... quizá nos encontremos con otra. Pero eso es otra historia y no es tan fácil que todo vuelva a surgir con la misma intensidad, hay que limpiar la cabeza y el corazón de el pasado.

ELLA (I)

ELLA (I) De pequeño, pasada la edad de las travesuras, fui un niño que tenía bastante interiorizado el sentido de la responsabilidad. Incluso más que ahora. Quizá mi madre rompería a carcajadas al oir esto pero bueno, eso creo. Era un niño alegre pero organizado, de los que guardan sus ahorrillos en una hucha.

Hay una cita que dice "los niños no saben aguantarse, los adolescentes saben aguantarse (otra cosa es que lo hagan) pero no saben porqué y los adultos son los que se aguantan y saben porqué lo hacen". En este sentido he aprendido cuando y en qué cosas es importante la responsabilidad.

En la escuela destacaba gracias a estas características que no me atrevo a llamar virtudes. Un dia leí una entrevista al chico con la mejor nota de Selectividad, un 9,8. El chaval decía que no tenía novia y, al contrario de lo que sugería el entrevistador, concluía que sacar unas notas excelentes no le abría ninguna puerta en el campo de las conquistas femeninas. Coincido con él, creo que esto es así, sobretodo en la adolescencia. No se valora o está mal visto.

Cuantas veces se nos ha tachado de empollones y hemos visto como la chica que nos gustaba se iba con el macarra del curso, casualmente la antítesis en el aspecto académico (o sea el de los 10 suspensos)?.

A pesar de no ser muy popular me mantenía en mi línea. No me gustaba dejarme ir sino hacer las cosas bien y rápido. Pensaba a menudo en mi futuro y me tomaba muy en serio lo que hacía cada día para ser mejor y llegar donde me había marcado. No quería defraudarme y realmente quería llegar sin bajar el listón ni un milímetro de donde lo había dejado al principio.

Las chicas las miraba un poco de reojo sin fijarme mucho. No pensaba en el amor ni me preocupaba gustarles o no. Algunas las veía muy estúpidas y las demás en general un poco reacias a hacer amistad conmigo. Quizá porqué éramos diferentes. Más tarde he aprendido a conocerlas más hasta el punto de ser más fácil para mi tener amigas que amigos sobretodo por el tipo de conversaciones que suelo tener con unos y otros.

Conversaciones Tu a Tu

Conversaciones Tu a Tu Me gusta la espontaneidad. La mayoría de gente se calla los elogios, se ahorra los detalles gratuïtos (darlos cuando surgen, sin cálculos ni esperar nada a cambio). Esperan San Valentín, Navidades, Rebajas, Cumpleaños o una de las fechas consumistas que no faltan en ninguna época del año.
Para mi éstas pequeñas cosas: una llamada cuando no toca, una carta por correo convencional, un mail personal, unas palabras espontáneas, un libro dedicado especialmente... todas estas cosas son las más valiosas, el mejor regalo.

Nos olvidamos de hacerlo por pereza, nos falta intensidad “vital”. Creo que la vida cobra una dimensión nueva si valoramos a la gente que nos rodea, sin adulaciones ni falsedades, por puro agradecimiento, por hacer más fácil y feliz la vida a los que nos tienen que sufrir día a día. Me vienen ganas de decir cúanto les quiero, espontáneamente. Como si fuera la última cosa que les pudiera decir, uno a uno, antes de irme. Creo que la gente tiene miedo a hacerlo, a desnudar su alma. Sin embargo, las desgracias, catástrofes, la muerte... todo esto horrible en el fondo nos ayuda a valorar éste tipo de gestos. A vivir mejor, más coherentes y apreciando lo que tenemos: familia, amigos,...

Algunos nunca tienen tiempo para ir a fondo, hablar de verdad, de tu a tu, de existencia a existencia, sin limitación de tiempo ni espacio. La comunicación de corazón a corazón no debe perturbarse por otras cosas, Bastan dos personas que quieran conocerse el uno al otro y que se den ese espacio necesario para ello.

Otros creen que dialogar desde lo íntimo es ceder: reconocer las propias equivocaciones, cambiar comportamientos, debilitarse. ‘No necesitan’ dar explicaciones de su vida a nadie: se consideran poseedores de ‘la verdad’. Creen que abrirse demasiado nos hace vulnerables y por esto se cierran y no cuentan a casi nadie nada de su vida 'íntima', les incomoda que personalicen con ellos.

Nos pasamos los días dando y escuchando mensajes vacíos, sin nada a comunicar. Por miedo al silencio nos sumergimos en conversaciones convencionales en general. Pero a veces necesitamos todo lo contrario y entonces descubrimos algo de nosotros mismos que no habíamos sospechado.

Lo que nos enseñan los niños

Lo que nos enseñan los niños De niños es muy sencillo hacer amigos. No somos desconfiados, confiamos en la gente, sentimos necesidad de estar con los de nuestra edad, de jugar. Son muchas las cosas que compartimos, todos nos parecemos: tenemos las mismas dosis de ilusión, curiosidad, vitalidad, energía… Sobretodo somos sencillos, no ponemos límites, la vida no nos deja de sorprender, es como un saco inmenso que aún no podemos cerrar y donde dar cabida a cualquier cosa. Decía que son sencillos los niños. Me refería a que se hacen amigos con quienes comparten cosas, en seguida suelen llevarse bien.

Los adultos, por el contrario, anteponen sus intereses, influencias y todo tipo de obstáculos y parapetos hipócritas y comodones. Uno de ellos es el tiempo. Cualquier excusa es buena para llenar nuestro tiempo menos las cosas verdaderamente importantes. Como prestar atención a la gente que necesita ser escuchada, compartir más que un protocolario "buenos días" o "hasta luego" con la familia, acordarnos de llamar a alguien, tragarnos el orgullo y dar el primer paso para reconducir un conflicto.
Nos falta tiempo para mirar por la ventana, dejando de pensar en lo nuestro, centrándonos en lo que vemos, en la gente que pasea, habla, se sienta en un banco.. Una persona que tenga tiempo para este tipo de cosas no se considera alguien importante o interesante sino alguien que quizá pierde el tiempo, es un aburrido o no tiene nada que hacer.

Los niños siempre dicen la verdad, recordáis lo de “sólo los niños y los borrachos o los locos dicen la verdad”. Nos asusta la verdad, por esto la disfrazamos, la maquillamos dándole el aspecto que deseamos. Es como si se tratara de una pálida pata de pollo que nos repugna y hubiera que cocinar. ¿Por qué no realizamos los sueños que tenemos de niños? ¿Por qué soñamos tan poco? ¿Nos asusta ser nosotros mismos, convivir con nuestra verdad?

La infancia es una edad libre de espíritu aunque físicamente nuestro cuerpo esté programado de la escuela a casa con miles de actividades por en medio. Pero los niños pueden estar físicamente haciendo recorridos cortos mientras que dan vueltas al mundo con su imaginación.

Un día le preguntaba a mi mejor amigo la causa de tanta actividad a nuestro alrededor. Íbamos camino a casa chutando una lata de refresco y nos sentábamos al final de una pronunciada bajada. ¿Por qué todo el mundo tiene tanta prisa, por qué hay que trabajar tanto, no seríamos más felices de otro modo? No es bueno crecer con esta idea, nos convertiríamos en vagos e inútiles pero sí es bueno conservar esta mirada infantil para simplificar nuestra vida. Vivir es comer, dormir, respirar y hacer algo para ser felices. Vivir en sociedad nos obliga, además de las actividades básicas, a trabajar, consumir… no nos olvidemos de ser felices, de darnos tiempo a nosotros mismos y a los que nos rodean.

Reencuentro

Reencuentro Pilar y Eric se conocieron durante tres días en la ciudad de Él. Breve pero intenso el tiempo que estuvieron juntos. Eric la conoció de entre un grupo de autocar que había venido de una ciudad que se halla a más de 5 horas de viaje desde la suya.

Eric había sido guía del grupo, le gustaba su trabajo. Se conocía todas las calles, sus recodos, su gente, cómo habían nacido los barrios, qué tipo de vida se desarrollaba en cada calle, plaza, a qué hora... De Pilar le llamó la atención su conversación animada, su curiosidad e interés y, por supuesto, su simpatía y vitalidad. Tenía un corazón alegre y animoso que le contagiaba un nosequé que aún le suponía una motivación extra para su trabajo, su voz resultaba todo menos monótona. Pero, - vamos a ver- se preguntaba, - ¿qué se de Pilar? Conocía muchas chicas a diario...

Pilar no se dió cuenta. No tuvo con él un comportamiento especial, sinó que se desenvolvía con naturalidad, como siempre.

Sólo que, al despedirse pidió una foto con el guía, Eric, y le preguntó su dirección,para mandársela por correo como recuerdo, se lo prometió.

A la primera carta con foto le siguieron la primera felicitación Navideña, la carta veraniega, un detalle un día cualquiera, una llamada, un correo electrónico y... a partir de allí una llúvia suave, constante y precisa de muchos, muchos correos electrónicos...

Hacía justo 3 años y dos meses de la foto que inmortalizó su encuentro de 3 días y su despedida en aquella esquina de la ciudad y, después de éste periodo, se encontraban allí de nuevo. Les separaban 20 metros, se vieron, se reconocieron pese a apreciar rasgos distintos y el paso del tiemp. Sin saber cómo, se unieron en un abrazo fuertísimo, como podéis ver...
Los agujeros negros absorven energía de tanta fuerza que ejercen sobre el espacio que les rodea. Ese abrazo era cósmico, todo su entorno se vió prendado de él aunque ellos prescindieron de todo, se tenían el uno al otro y nada más existía.

Tres años acumulando sentimientos de la otra persona, experiencias, inquietudes, alegrías, miedos a que todo acabara, nuevas notícias, dudas al sentido de todo aquello, a la fidelidad,...

Tres años de profundo conocimiento mútuo y allí estaban. Parecía un sueño. ¿Era utópica su relación? Su relación había peligrado, pero la constancia de la llúvia había calado en sus corazones... ese era su poder, creer en sus posibilidades, tener fe en ellos, pese a la distancia, la confianza en un sueño que día a día se encargaban de realizar y se confirmó con ese fantástico abrazo y.. sí, el beso, no me olvido de él. Era un beso generoso, tierno y apasionado de ella que a él le sabía a recompensa, a bebida, a bálsamo... tres días se habían prolongado tres años que ahora les pesaban lo que pesan tres años llenos de vida.

¿Un masaje?

¿Un masaje? Qué fresquita estaba el agua. Mmm... qué sensación más refrescante, se estaba divinamente al sol. Tonificante, refrescante... La camisa no me molestaba, me protegía de las quemaduras. Ella estaba tumbada en la arena con los brazos construyendo una almohada. Me miró e hizo un gesto medido, sin gesticular demasiado, que enseguida interpreté. Cerró los ojos en cuanto notó mi reacción positiva.
La verdad es que me gustaba hacer masajes, es todo un arte. Ser consciente de que hay unas expectativas, una reacción a cada estímulo, un elemento para sorprender. Me gustan éste tipo de cosas en las que con la imaginación puedes sorprender, animar o satisfacer a alguien. Arrodillado me fui sentando, lenta y acompasádamente, hasta que noté su bañador húmedo bajo el mío. Desabroché la parte superior del bikini (vamos, lo único que es desabrochable).

Puse las yemas de mis dedos repartidas sobre su piel acariciando su espalda verticalmente: de arriba a abajo, sincronizando cada repetición con las olas que besaban la arena a pocos metros. Cogí la crema solar y dejé caer unas pocas gotas a lo largo de su columna vertebral. La piel estaba seca, muy fina. Dejé que fueran mis manos las que jugaran con la crema esparciéndola realizando dibujos circulares, sinuosos, siempre paralelos pero ondulantes y a diferentes intensidades...

Empezando por un lado desde el cuello fui pinzando su piel, con dedo pulgar e índice. Fui recorriendo todo ese lado, pasé por el fin de la espalda al otro lado y volví a subir hasta el cuello donde me entretuve un rato.

Ahora entraron en acción los nudillos de los dedos (la articulación de los dedos) que se presta muy bien a los masajes rotatorios.

Para reforzar la zona próxima al cuello hice un puntilleo equivalente al teclear rápido y sobre el resto de la espalda un ejercicio rotatorio con el dorso de la mano.

En las pausas renové la crema esparciéndola simétricamente con las manos juntas en la columna separándolas a la vez.

Cuando su espalda estaba seca de nuevo volví a los círculos y las líneas imaginarias sobre su cuerpo. Subia y bajaba como si mis dedos fueran las puas de un peine o rasclillo. Lentamente bajé mi rostro hacia su espalda y acaricié su piel con mis labios...

Ahora te toca a ti plasmar tus sensaciones a cada estímulo, antes y después del masaje, continuar la historia, poner diálogos, pensamientos... En un inicio pensaba intercalar los pensamientos de cada uno, de él y de ella pero he dejado el personaje “pasivo” que se exprese a través tuyo, con tu voz. Adelante!

Cabañas de ensueños infantiles

Cabañas de ensueños infantiles Jorge se pasaba por mi casa después de comer. Nos ayudaba a recoger la mesa, mi madre nos daba algún dulce y, con el tiempo justo de dar las gracias, nos largábamos al aire libre. Si la imaginación de un niño es grande imaginaros, si podéis, la combinación de las dos. Corríamos y jugábamos por un campo de arena, otro de pastos para caballos, el bosque y la playa. Sin embargo, nescesitábamos, un espacio propio. Lo del espacio era lo de menos. De lo que estábamos orgullosos era de tener una cabaña, un espacio propio donde "poder hacer lo que nos dé la gana".

La libertad de los niños es especial. Por un lado se caracteriza por la despreocupación y ausencia de responsabilidades pero por el otro hay miedo por lo desconocido, por algunas cosas que hacen adultos, por la incomprensión de sus órdenes y peligros que ellos ven...

Lluís Armengol definía otra característica, la amargura del llanto debido a la impotencia que sentimos por lo desvalido que es un niño pequeño: He vertido colonia a la alfombra. Huele bien. Mamá se ha enfadado y me ha gritado a pocos centímetros de mi cara (su aliento no huele igual de bien). He hecho una excursión por la cocina. Me han vetado la entrada. La cocina está prohibida. He metido los dedos en la sopa. Quemaba. Me han reñido. Me he encontrado un lápiz rojo. He pintado la pared. Me han pegado. Tocaba tomarme la leche. Pero yo quería agua! He llorado. Me han dejado sin merienda. Todo está prohibido, porqué me han traído al mundo?

En la cabaña no dejábamos entrar a ningún niño sin nuestro permiso. Ese poder nos satisfacía, todos los niños nos parecían mendigos mientras nosotros nos sentíamos como los principes de un cuento que desoían las súplicas de su pueblo. El egoísmo es otro rasgo infantil. ¡Con qué esmero acondicionamos nuestra cabaña!

Una vez limpio el suelo lo cubrimos de tejas para aislarnos de la humedad de la arena cuando anochecía. Cuando el sol hechaba la primera cabezadita tras el monte, hacíamos fuego (niños, no lo hagáis en casa) con papel de periódico y encima de una parrilla, que habíamos encontrado, calentábamos agua con una flanera y, luego, nos tomábamos un te o una infusión de hierbas prestadas de la abuela de Jorge, una amable señora.

Al llegar a casa mi madre, entre gritos, me preguntaba dónde había estado hasta tan tarde y porqué olía a humo. Maldita sea, los adultos no entienden nada.

Una buena conversación: un tesoro.

Una buena conversación: un tesoro. Para Neus, sintió la llamada de éste país y se fue a por él, sin miedo, para conocerlo de verdad.

Como es habitual, a la vuelta de la uni regresé en tren, haciendo mi trayecto cotidiano, pero esta vez algo marcó para siempre ese trayecto. Me acompañaban: Juan, de orígen tailandés;Rafa y Bianca, chica colombiana. Fuera hacía un frío cortante, esperamos debajo la vía, en el pasaje que comunica las vías por debajo. Una vez dentro del tren empezó la conversación

Hablábamos de nuestra sociedad, de las prisas que tiene la gente en una ciudad, por ejemplo a la hora de conducir. Todo el mundo va serio, mirando sus intereses sin que las vidas anónimas despierten, en la gente, ningún interes. Juan nos explicó un proverbio tailandés.

Había en una aldea un pescador que trabajaba para comsumo propio. Pescaba medio dia y el resto lo pasaba con su familia. Un dia un empresario blanco le propuso un negocio. Según el empresario saldrían ampliamente beneficiados los dos. El pescador escuchó atentamente al viajero como era costumbre en su país.

El empresario le propuso trabajar todo el día, pronto tendría dinero para sobrevivir y con el resto, para invertir. Podría ahorrar para una nueva barca y poner a trabajar a su hijo mayor junto con otro trabajador. Trabajando dia tras dia a jornada completa llegaría a tener tanto dinero como para permitirse el lujo de sólo trabajar media jornada y el resto estar con su familia.

Entonces el pescador sentenció contestando: - No me interesa, ésto es lo que hago ahora.

Taizé (IV)

Taizé (IV) Silencio... En el lago hay gente que escoge pasar días enteros en silencio. No escriben ni hablan, escuchan y se escuchan. Se puede visitar el lago que preside la zona que tienen reservada al margen de las tiendas y barracones más ruidosos. Hay gente encargada de preservar la zona de "contaminación acústica", es un sitio donde la gente está dispuesta a darle el valor que se merece al silencio.

Del silencio surgen palabras, pensamientos, respuestas. Lo comparten con la presencia serena y tranquila del lago. La naturaleza se nos hace más cercana y nos sentimos parte de ella como si fuéramos un vegetal más con las raíces, nuestro alimento, en el suelo; y poco a poco brotaran nuevas ramas de nuestra existencia, nuevas espuestas, nuevas prespectivas que formaran parte de nosotros y que los demás podrán ver.

Taizé ( y V)

Cuánto hay que pagar para gozar de todo esto? Es normal que alguien que no conozca lo que es Taizé haga esta pregunta. Nos pasamos el día cuantificándolo todo y sabemos que todo tiene un precio.

La respuesta es que se necesita muy poco para vivir allí una semana: en euros nos puede costar menos que 6 cubatas... lo bonito es que todo eso, un campamento de 7.000 personas, funciona con la ayuda de cada uno de los habitantes del mismo.

Junto con un amigo y dos personas más nos encargamos de la limpieza de unos lavabos cada dia de la semana. Qué palo, qué asco pensaréis...
Sí, puede que en ocasiones pensara: menuda guarrada todo esto... pero me lo pasé tan bien! No hace falta demasiado para reir como nunca y pasarlo bien. Cuando se hace una vida sencilla, aislado de lo accesorio se rie con más ganas. Simplemente con comentar con sentido del humor las pequeñas cosas del dia a dia hay tema para rato...

Cantábamos, íbamos hacia nuestro "puesto" haciendo tonterías, con ritmo militar, saludando a la gente,...
Una vez ahí, en los lavabos, bromeábamos con todo aquél que pasaba y tenía ganas de reirse un rato con nosotros. Llegamos a improvisar algún juego interactivo con los transeuntes de aquel pequeño barrio que visitábamos cada tarde. Cuando se hace un servicio con alegría y con gente que se siente igual... todo es más fácil...
Nunca olvidaré la experiencia de hacer algo así, tan pequeño pero molesto con tanta alegría y ganas de pasarlo bien.

Taizé (III)

Taizé (III) Miles de jóvenes con el corazón en búsqueda, preguntándose cosas similares: la vocación, la felicidad, la fe, cómo orar o concentrarse en el interior de uno, a qué damos valor en la vida...

Fue lo que me llenó más. Escuchar las experiencias de cada uno cuando se abrían sin reservas, con sinceridad. La sencillez del entorno y de la vida que llevábamos ahí , ayudaba a crear un clima de conversación. Todo se hacía más fácil, los engaños y las máscaras caían por su propio peso y cada uno daba con su YO más auténtico, a veces descubriendo las propias pobrezas y carencias escondidas en nuestra rutina.

Grácias por esas conversaciones nocturnas después de las oraciones, antes de ir a dormir con ese clima familiar de amistad. Esas galletitas y predisposición para compartir tanto lo material (comida) como momentos mágicos que sólo se viven bajo el manto protector de las estrellas entre susurros, modulando en palabras el lenguaje del corazón.

Eso da esperanza en nosotros, los jóvenes que tenemos que devolver a éste mundo un poco de todo esto bueno que pasa entre nosotros y compartirlo. ¿Nos acordaremos de todo esto cuando tengamos que protegernos de las putadas de la gente, del entorno, de lo que no nos sienta bien?. Intentaré tenerlo presente y no romper con ello, ahí lo dejo ahora.

Taizé (II)

Taizé (II) Es un templo sin bancos, sólo moqueta. Los viernes hay una cruz situada en horizontal con velas encima de ella.

Ves la cara representada en ella: con su dolor físico pero con su inmenso amor mantenido hasta el último momento. Te acercas a sus pies y te supera su capacidad para perdonar a sus verdugos, su compasión hacia todos nosotros hasta la sorprendente redemción del ladrón, que estaba crucificado a su lado, con sólo mantener una breve conversación.

Sientes un peso en tu corazón, ahí, en la iglesia de las telas naranjas. Nada te deja ya indiferente y con los cánticos al fondo te acercas de rodillas a la cruz. Escuchas los cantos, su letra corta y sencilla pero tan auténtica y profunda a la vez.

Junto a la cruz, posas tu frente en ella. Justo en ese momento notas el contacto con la madera gruesa de la cruz y con ello las voces se apagan hasta extinguirse para confundirse con un zumbido grave, el de la propia madera?

Taizé (I)

Taizé (I) Entras en el recinto, te descalzas y te sientas sobre la moqueta. No hay apenas luz, tu mirada descansa sobre unas telas que se levantan, como llamas de fuego que se elevan hasta el cielo. Es una luz cálida, brillante y titilante del resplandor leve de las velas de celofán.

Tomas consciencia que no estás solo, centenares de voces, como de ángeles, te mecen con un cántico repetitivo a cuatro voces que juegan para armonizarse ayudándose y complementándose.

Cierras los ojos y poco a poco las voces dejan de escucharse y ya sólo se oyen aunque siguen acompañándote. La calidez de la luz y de las voces cobra presencia en forma de paz: la que siente el niño cuando su padre le lleva de la mano; la de notar como tu respiración es tan suave que casi es imperceptible; la de admirar la imagen bella y sencilla de éste conjunto que has descubrierto sobre éstas líneas.

Castillos de arena

Castillos de arena Pocas cosas son comparables a la excitación que sentía al salir de casa con sus padres cargados de los enseres playeros cubriendo los escasos 500 metros hasta la playa. Sólo una cosa le preocupaba: pasar el último bloque de pisos y ver ondear bandera amarilla o roja, en tal caso no podría bañarse... A lo largo de esos 500 metros veía a lo lejos la mar, las olas centinellantes y se veía ahí, danzando entre las olas. No deben estar muy altas, pensaba. Pasaban la carretera cogidos de la mano y ya se descalzaban para andar por la arena. Una arena pegajosa pero agradecida para construir grandes castillos con sus fosos, túneles y puentes... de vez en cuando alguna ola se pasaba de frenada y le hundía sus construcciones. Con el tiempo, cada vez hacía más murallas, canales y jugueteaba más con el agua. Como decía, nada comparable con la excitación, con la libertad de correr con su bañador preferido hacia el agua, chapotear los primeros metros hasta que sus pernecitas no resistían la bravura del mar y se zambullía totalmente en el agua buceando unos metros con los ojos cerrados y la musculatura estirada pero relajada, con la sonrisa distendida que sabe que el verano justo acaba de empezar...

¿Cuál es el sentido de tu vida?

Yendo hacia el tren mi amigo seguía reflexionando en voz alta.
- Tiene que ser una putada que la pregunta que le he hecho llegue sin que antes te la hayas hecho tu mismo.
Esta situación me ha dado que pensar. Realmente, Es una buena pregunta? es vacía? peligrosa?
Lo malo, le he comentado, es que la respuesta sea: "ninguno". Es la respuesta que queremos evitar.
Por lo demás, soy positivo al respecto, no me asusta ya ésta pregunta, la he abordado tantas veces... no es que ahora esté en mi sitio y le de a mi vida todo el sentido que le debiera dar... no es esto, se dónde quiero ir, lo que me hace feliz, lo que quiero. Lo ponga más o menos en practica es otra cosa. Hay una frase que resume lo que me ronda por la cabeza cuando busco el sentido de todo esto:

"Estamos aquí para dejar una señal. Basta un acto de amor para justificar una existencia".(Tomás Eloy Martínez en "La Contra")

La noche.

Recuerdo una noche muy especial en la montaña… Fuimos con el tutor, profes y alumnos del cole al acabar la Selectividad al Aneto. Pues bien, resulta que la noche antes de marcharnos hicimos bibac.. o sea que salimos de la tienda con la esterilla y el saco y nos plantamos a mirar las estrellas unos con otros (éramos 19)… Manu dijo: “mira! Una estrella fugaz!!” – a lo que rápidamente Maria preguntó, “has pedido un deseo?”- y contestó Manu “no… no tengo deseos” a lo que sentenció Maria, “Entonces… eres feliz?”… A raíz de esto surgió una de las conversaciones más bonitas y raras de mi vida… de esas que uno siempre se acuerda, de esas limpias que no quieres que acaben nunca… Hablamos de la felicidad: posible, utópica; de la
infancia; de recuerdos… Gracias por hacerla posible!