Pereza social
Si no existieran las buenas formas o lo que comúnmente entendemos por buena educación, aún sería más evidente.
Hoy os voy a introducir un aspecto de este egoísmo tan arraigado: el de huir del contacto con los conocidos del día a día.
A mi también me ha pasado. Se trata de un sentimiento que puntualmente tengo aunque, afortunadamente, no muy a menudo.
Me levanto con pereza mental, con pocas ganas de hablar con nadie, con poca autoestima, estoy un poco bajo de moral y si salgo a la calle no quiero encontrarme con nadie. Entonces voy caminando por la calle con la mirada baja, pasos rápidos pero no puedo evitar alzar la vista de vez en cuando.
Es cuando mis ojos ven alguna cara conocida, algún vecino o amigo cuya conversación suele ser rutinaria o llena de preguntas incómodas.
Es en estas circunstancias que algunos cambian de acera, pretenden no haberte visto o dicen lo de ‘lo siento, tengo prisa, nos llamamos’.
En nuestra sociedad es muy común NO tener tiempo para saludar, charlar o tomar algo con alguien pero SI para cultivar músculos, hacer sesiones de estética (maquillaje, depilación, rayos uva,…) o deporte. Actividades solitarias todas ellas. Para no mencionar las horas pasadas delante del ordenador (sin trabajar) en Internet o delante la TV.
En nuestras prioridades no está la de ser atento con la gente con la que convivimos.
En las ciudades se ha perdido mucho el contacto con la gente, en los pueblos aún se ayudan unos a otros creo.
Quizá deberíamos tener menos miedo a charlar con los demás aunque al principio sólo sea para hablar del tiempo y las preguntas básicas.
Después quizá vemos todo con otros ojos y se nos abran más posibilidades.
5 comentarios
Sergio -
Sergio -
Ambrosía -
Un saludito.....
Tonificante -
genial tu comentario. Estás inspirado. Me ha hecho reflexionar bastante el hecho que es más cínico aún negar, o pretenderlo, la aportación de alguien importante en nuestra vida, que no cruzar la calle al ver un conocido. El amor tiene mucho que ver en conocerse a uno mismo y, según mis creencias, en el fondo del corazón está Dios-Amor. Al fin y al cabo ser cerrados con los demás nos acaba por hacer daño y agriar el carácter. Somos estúpidos.
Sergio -