Aprenderemos a discutir?
Como ya he comentado alguna vez, habitualmente nuestra caprichosa consciencia se focaliza, durante unos días, en algún tema o idea sin que nos demos cuenta hasta que cuando insiste por cuarta vez, entonces paramos un momento y lo reflexionamos con más calma.
Esta vez me ha ocurrido con el tema de los argumentos, opiniones, discusiones.
He leído un libro de entrevistas a Xavier Sala i Martín, un ejemplo de argumentador por la solidez de sus argumentos (estés de acuerdo o no con ellos), su locuacidad, su seducción hablando (en el sentido de simpatía, habilidad, ingenio) tanto en clases de universidad o conferencias como en tertulias y la imaginación y simplicidad en sus artículos a base de ejemplos pedagógicos que ponen al abasto de todos la macroeconomía, su campo, porqué él es de esa minoría de tertulianos que sólo habla de lo que sabe.
Este conjunto de características hace que sus argumentos ganen en solidez y veracidad. Es curioso como necesitamos bastantes factores para que creamos a una persona o lo consideremos un farsante. Por un lado su presencia física, su forma de hablar, el tono de voz, la velocidad con la que interviene, la duración de sus intervenciones, cómo viste, su actitud, humildad, si hace bromas o comparaciones,...
En otro libro, de historia de la filosofía, decía que la filosofía nació en Grecia gracias al inicio de la República griega gracias a la llegada de la democracia. Entonces los oradores tenían mucho prestigio y en las plazas públicas debatían y argumentaban sus ideas. Creo que ahora nos llega mucha información de muchas maneras pero que deberíamos hacer el esfuerzo y tener la responsabilidad de informarnos bien y no opinar de lo que no sabemos. Muchas veces damos la culpa de todo a los políticos. Si la gente de la calle tuviera la mentalidad de los primeros griegos: se informara bien antes de opinar, discutiera sin acalorarse sino esforzándose en comprender al otro y hacerle llegar su opinión creo que también nuestros políticos se nos parecerían. Los políticos sólo son un reflejo de la sociedad.
Por último, sobre una polémica que no viene al caso leía que se utiliza con frecuencia la manipulación de la idea contraria para así favorecer la propia. Aún sabiendo con claridad que lo que dice tu oponente tiene un sentido se manipulan sus ideas para generar malentendidos, hacernos creer cosas que no son y todo para favorecer unos fines determinados. Por desgracia muchas veces actuamos así. Ojala se valore más en nuestra sociedad el saber hablar y discutir con respeto a los demás sin manipulación, con honor a la verdad y sin fines partidistas.
0 comentarios