Obsesiones
¿Somos libres? Solamente si no dependemos de nada ni de nadie. Algo o alguien nos obsesiona cuando focalizamos nuestra vida a ello, invirtiendo mucho tiempo y pensamientos. Cuantas menos obsesiones tengamos más control y libertad tendremos en nuestra vida. Pero todo es cuestión de equilibrios. Necesitamos determinadas personas y hábitos para funcionar sin los que perderíamos referencias, confianza aumentándo la soledad y la inseguridad. Pero hay que controlar qué grado de dependencia tenemos a cosas como el correo electrónico, el Facebook, el chat, a saberlo todo sobre el día a día de un deporte, de un personaje, de la evolución de una serie de TV, el gimnasio, un juego, etc.
Y todo ello hay que valorarlo en relación a lo que consideramos importante: la relación con la familia, amigos, la higiene mental, espiritual y personal de uno mismo, las aficiones, el tiempo para los demás, etc.
Si hay un desequilibrio de tiempo dedicado a esas otras cosas y descubrimos que en realidad nos ocupan la mayoría del tiempo libre, deberíamos reflexionar cómo cambiar esa tendencia. En un post anterior daba una de las claves: Analizar y observar cada atadura, ver cómo ha llegado a ser hábito, quién la introdujo en nuestra vida. Después de este ejercicio de concreción, analizar el conjunto: cómo afecta al resto de mi tiempo, cómo incide en mi vida, cómo redistribuir el tiempo dedicado a ese hábito a aficiones alternativas, nuevas actividades, etc.
En realidad nos escondemos debajo de algunas actividades que repetimos una y otra vez porqué nos hacen sentir seguros: mirar el email o el móvil (para no tener cuentas pendientes con nadie) o para dejarnos ir y relajar la mente (mirar la TV, seguir una serie, el partido de futbol,…). Sin embargo, si hay alguna afición relegada pero que es importante, si tenemos alguna ambición por realizar aunque nos exija sacrificio y cierto esfuerzo, hagámosla, no tengamos miedo o pereza y, sobretodo, no la hagamos después de nuestras pequeñas o grandes obsesiones.
0 comentarios