Entrevista con Slava Polunin
[Entrevista realizada por IMA SANCHIS JOST para "La Contra de La Vanguardia.]
SI VES UN VACÍO, LLÉNALO TU
Tengo 50 años. Nací en Orel, una pequeña ciudad al sur de Moscú. Estudié mimo pero no me gustó el sistema y me dediqué a seguir a los mejores cómicos rusos. Estoy casado con una payasa y tenemos tres hijos, el pequeño trabaja con nosotros. Soy apolítico y mi religión es la búsqueda de la armonía. Actúo en el Tívoli de Barcelona
ESENCIAL
A Slava se le distingue entre miles de personas, ha destilado su personalidad hasta hacerla personaje. El suyo es un minimalismo sin simplezas, esencia pura. Frente a un café es un hombre serio y reconcentrado, sobre el escenario es poético y filosófico, la cara opuesta de la carcajada. Los rusos lloran al ver su espectáculo. Ha reinventado su profesión; a partir de él, el clown será otra cosa, pero también lo son sus intenciones: "Creo que Dios es la armonía, y en el mundo hay gente que va contra esa armonía y gente que la hace crecer; con mis espectáculos pretendo lo segundo". Lo consigue, lo he visto. He visto cómo cuando termina el espectáculo, mientras la gente aplaude, él se sienta entre el público con una cerveza y la gente lo besa
PAYASO ALTERNATIVO
Se le ha caído la nariz...
-Pues, cuidado, no la pise porque esa es mi auténtica personalidad.
-¿Su personalidad?
-Sí, mi esencia, lo que trato de ofrecer en el escenario, y para eso hay que conservar cierto anarquismo y preservar la alegría.
-Eso es más difícil que un salto mortal.
-Si una persona persigue sus sueños infantiles será feliz. Hay que conservar los sueños y darles la posibilidad de realizarse.
-Si la vida lo permite...
-Ya, ya sé que la vida siempre nos los intenta desmontar, por eso yo en mi espectáculo quiero recordarle a la gente sus sueños infantiles, porque en ellos está nuestra esencia.
-¿Y cuál era su sueño de niño?
-Hacer a la gente feliz. Cuando tenía gente feliz a mi alrededor yo también lo era.
-¿No prefería ser un piel roja?
-En realidad lo que nos atrae de esos personajes son los sentimientos que pueden provocar, queremos ser el indio bueno o el millonario dadivoso. Pero luego ese fin se queda por el camino. Yo me iba al bosque y construía cabañas de leña y hacía ciudades en la nieve.
-¿Y por qué hacía eso?
-Quería que mi vida se pareciera a mis fantasías, como Gaudí.
-¿Y usted lo hacía solo?
-No, siempre tenía compañía porque la fantasía de una sola persona es muy floja, pero si otra te ayuda ocurre como en el pimpón.
-¿Qué ocurre?
-Que la pelotita sube más alto y se mantiene por más tiempo en el aire.
-Le gusta el equipo.
-Sí, en 1989, cuando se abrieron las fronteras en Rusia, organicé una caravana por la paz. Empezamos 150 payasos pero se sumaron 60 teatros y durante siete meses recorrimos Europa. Éramos 200 coches y caravanas que llevaban a todas las familias, incluidos los perros, los gatos y los canarios.
-¿Como una de las ciudades de su infancia?
-Sí, pero sobre ruedas. Con ese proyecto entendí que todo lo que quiere una persona lo puede conseguir.
-Esa caravana por la paz no ha impedido la masacre de Chechenia.
-Mi trabajo consiste en traer la alegría, afortunadamente un bien contagioso, y cuantas más personas lo hagan, menos sitio habrá para esos que aman las guerras. Yo no creo que el mundo cambie únicamente a través de la educación y la enseñanza.
-¿Alguna otra idea?
-El mundo cambiará cuando cada persona sea capaz de realizarse a sí misma.
-¿Cómo?
-Hay que poner ilusión en las cosas porque la alegría aparece en el proceso de creación, de realización, y la obra resultante es el contenido de la persona. Yo siempre tuve la ilusión de conocer.
-¿Conociendo se ha creado a sí mismo?
-Sí, yo era de esos niños que rompía su reloj para ver que había dentro, o me perdía en el bosque para observar a los pájaros. Siempre he sabido que lo más importante era preservar mi visión infantil.
-¿Y cómo es esa mirada?
-Fíjese en lo que tiene delante y hágase preguntas elementales: ¿de qué está hecho?, ¿para qué sirve?, ¿a dónde lleva este camino? Así vivía yo de niño, pero sólo conocía los alrededores de mi casa.
-¿Y cuando creció?
-Me interesé por mi país y no queda un sólo rincón de Rusia que no conozca, y ya he visitado 50 países y no pararé hasta que conozca el mundo entero, que es mi casa.
-¿A fondo?
-A fondo. Para hacer de payaso he estudiado psicología, filosofía, budismo, yoga, zen...
Decía el poeta que la persona que bus- ca el fondo de las cosas encuentra su vacío.-Yo pienso de otra manera. Le contaré cuál fue mi primera payasada.
-Adelante.
-Cuando a los payasos nos echaron del circo porque no se reía nadie, nos reunimos en una buhardilla y, aunque no teníamos público, cada día empezábamos puntuales la función: así conseguimos conservarnos a nosotros mismos. Si miras y ves un vacío, llénalo.
-No sé si reírme o llorar.
-Coja esta manzana y mírela: es una fruta rica y dulce, pero también es la casa de un gusano. Yo quiero reflejar eso, que siempre hay un punto agrio.
-Vaya, que no hay que ser simplista...
-Hay que aceptar el mundo tal como es, pero eso no quiere decir ser inmovilista. De nosotros depende en parte cómo se comportarán las personas con las que nos relacionamos: cuanto más damos, más recibimos.
-¿Ama a su público sin reservas?
-Lo amo cuando lo veo participar y lo odio cuando no me entiende, me pasa lo mismo que con mi esposa.
-¿Eso es amor?
-El amor es un misterio. Yo simplemente sentí un día que no podía vivir sin ella. Y aunque nos peleamos por cualquier cosa, sigo sin poder pasar dos días sin verla. Lo simple siempre es lo importante.
-Y lo más frágil.
-Perder lo que amas es lo más triste, pero cada segundo perdemos algo. Por eso la alegría está tan cerca de la tristeza.
-Es usted un payaso metafísico.
-Yo a mi personaje lo defino como un niño filósofo: abierto y atento, pero al mismo tiempo denso y concentrado.
-Veo que usted tiene respuesta para todo.
-Nunca he tratado de responder a nada, simplemente me he escuchado a mí mismo. Hay que entender lo que uno lleva dentro."
SI VES UN VACÍO, LLÉNALO TU
Tengo 50 años. Nací en Orel, una pequeña ciudad al sur de Moscú. Estudié mimo pero no me gustó el sistema y me dediqué a seguir a los mejores cómicos rusos. Estoy casado con una payasa y tenemos tres hijos, el pequeño trabaja con nosotros. Soy apolítico y mi religión es la búsqueda de la armonía. Actúo en el Tívoli de Barcelona
ESENCIAL
A Slava se le distingue entre miles de personas, ha destilado su personalidad hasta hacerla personaje. El suyo es un minimalismo sin simplezas, esencia pura. Frente a un café es un hombre serio y reconcentrado, sobre el escenario es poético y filosófico, la cara opuesta de la carcajada. Los rusos lloran al ver su espectáculo. Ha reinventado su profesión; a partir de él, el clown será otra cosa, pero también lo son sus intenciones: "Creo que Dios es la armonía, y en el mundo hay gente que va contra esa armonía y gente que la hace crecer; con mis espectáculos pretendo lo segundo". Lo consigue, lo he visto. He visto cómo cuando termina el espectáculo, mientras la gente aplaude, él se sienta entre el público con una cerveza y la gente lo besa
PAYASO ALTERNATIVO
Se le ha caído la nariz...
-Pues, cuidado, no la pise porque esa es mi auténtica personalidad.
-¿Su personalidad?
-Sí, mi esencia, lo que trato de ofrecer en el escenario, y para eso hay que conservar cierto anarquismo y preservar la alegría.
-Eso es más difícil que un salto mortal.
-Si una persona persigue sus sueños infantiles será feliz. Hay que conservar los sueños y darles la posibilidad de realizarse.
-Si la vida lo permite...
-Ya, ya sé que la vida siempre nos los intenta desmontar, por eso yo en mi espectáculo quiero recordarle a la gente sus sueños infantiles, porque en ellos está nuestra esencia.
-¿Y cuál era su sueño de niño?
-Hacer a la gente feliz. Cuando tenía gente feliz a mi alrededor yo también lo era.
-¿No prefería ser un piel roja?
-En realidad lo que nos atrae de esos personajes son los sentimientos que pueden provocar, queremos ser el indio bueno o el millonario dadivoso. Pero luego ese fin se queda por el camino. Yo me iba al bosque y construía cabañas de leña y hacía ciudades en la nieve.
-¿Y por qué hacía eso?
-Quería que mi vida se pareciera a mis fantasías, como Gaudí.
-¿Y usted lo hacía solo?
-No, siempre tenía compañía porque la fantasía de una sola persona es muy floja, pero si otra te ayuda ocurre como en el pimpón.
-¿Qué ocurre?
-Que la pelotita sube más alto y se mantiene por más tiempo en el aire.
-Le gusta el equipo.
-Sí, en 1989, cuando se abrieron las fronteras en Rusia, organicé una caravana por la paz. Empezamos 150 payasos pero se sumaron 60 teatros y durante siete meses recorrimos Europa. Éramos 200 coches y caravanas que llevaban a todas las familias, incluidos los perros, los gatos y los canarios.
-¿Como una de las ciudades de su infancia?
-Sí, pero sobre ruedas. Con ese proyecto entendí que todo lo que quiere una persona lo puede conseguir.
-Esa caravana por la paz no ha impedido la masacre de Chechenia.
-Mi trabajo consiste en traer la alegría, afortunadamente un bien contagioso, y cuantas más personas lo hagan, menos sitio habrá para esos que aman las guerras. Yo no creo que el mundo cambie únicamente a través de la educación y la enseñanza.
-¿Alguna otra idea?
-El mundo cambiará cuando cada persona sea capaz de realizarse a sí misma.
-¿Cómo?
-Hay que poner ilusión en las cosas porque la alegría aparece en el proceso de creación, de realización, y la obra resultante es el contenido de la persona. Yo siempre tuve la ilusión de conocer.
-¿Conociendo se ha creado a sí mismo?
-Sí, yo era de esos niños que rompía su reloj para ver que había dentro, o me perdía en el bosque para observar a los pájaros. Siempre he sabido que lo más importante era preservar mi visión infantil.
-¿Y cómo es esa mirada?
-Fíjese en lo que tiene delante y hágase preguntas elementales: ¿de qué está hecho?, ¿para qué sirve?, ¿a dónde lleva este camino? Así vivía yo de niño, pero sólo conocía los alrededores de mi casa.
-¿Y cuando creció?
-Me interesé por mi país y no queda un sólo rincón de Rusia que no conozca, y ya he visitado 50 países y no pararé hasta que conozca el mundo entero, que es mi casa.
-¿A fondo?
-A fondo. Para hacer de payaso he estudiado psicología, filosofía, budismo, yoga, zen...
Decía el poeta que la persona que bus- ca el fondo de las cosas encuentra su vacío.-Yo pienso de otra manera. Le contaré cuál fue mi primera payasada.
-Adelante.
-Cuando a los payasos nos echaron del circo porque no se reía nadie, nos reunimos en una buhardilla y, aunque no teníamos público, cada día empezábamos puntuales la función: así conseguimos conservarnos a nosotros mismos. Si miras y ves un vacío, llénalo.
-No sé si reírme o llorar.
-Coja esta manzana y mírela: es una fruta rica y dulce, pero también es la casa de un gusano. Yo quiero reflejar eso, que siempre hay un punto agrio.
-Vaya, que no hay que ser simplista...
-Hay que aceptar el mundo tal como es, pero eso no quiere decir ser inmovilista. De nosotros depende en parte cómo se comportarán las personas con las que nos relacionamos: cuanto más damos, más recibimos.
-¿Ama a su público sin reservas?
-Lo amo cuando lo veo participar y lo odio cuando no me entiende, me pasa lo mismo que con mi esposa.
-¿Eso es amor?
-El amor es un misterio. Yo simplemente sentí un día que no podía vivir sin ella. Y aunque nos peleamos por cualquier cosa, sigo sin poder pasar dos días sin verla. Lo simple siempre es lo importante.
-Y lo más frágil.
-Perder lo que amas es lo más triste, pero cada segundo perdemos algo. Por eso la alegría está tan cerca de la tristeza.
-Es usted un payaso metafísico.
-Yo a mi personaje lo defino como un niño filósofo: abierto y atento, pero al mismo tiempo denso y concentrado.
-Veo que usted tiene respuesta para todo.
-Nunca he tratado de responder a nada, simplemente me he escuchado a mí mismo. Hay que entender lo que uno lleva dentro."
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