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UNIENDO CASUALIDADES

Obsesiones

Obsesiones

 

¿Somos libres? Solamente si no dependemos de nada ni de nadie. Algo o alguien nos obsesiona cuando focalizamos nuestra vida a ello, invirtiendo mucho tiempo y pensamientos. Cuantas menos obsesiones tengamos más control y libertad tendremos en nuestra vida. Pero todo es cuestión de equilibrios. Necesitamos determinadas personas y hábitos para funcionar sin los que perderíamos referencias, confianza aumentándo la soledad y la inseguridad. Pero hay que controlar qué grado de dependencia tenemos a cosas como el correo electrónico, el Facebook, el chat, a saberlo todo sobre el día a día de un deporte, de un personaje, de la evolución de una serie de TV, el gimnasio, un juego, etc.

Y todo ello hay que valorarlo en relación a lo que consideramos importante: la relación con la familia, amigos, la higiene mental, espiritual y personal de uno mismo, las aficiones, el tiempo para los demás, etc.

Si hay un desequilibrio de tiempo dedicado a esas otras cosas y descubrimos que en realidad nos ocupan la mayoría del tiempo libre, deberíamos reflexionar cómo cambiar esa tendencia. En un post anterior daba una de las claves: Analizar y observar cada atadura, ver cómo ha llegado a ser hábito, quién la introdujo en nuestra vida. Después de este ejercicio de concreción, analizar el conjunto: cómo afecta al resto de mi tiempo, cómo incide en mi vida, cómo redistribuir el tiempo dedicado a ese hábito a aficiones alternativas, nuevas actividades, etc.

En realidad nos escondemos debajo de algunas actividades que repetimos una y otra vez porqué nos hacen sentir seguros: mirar el email o el móvil (para no tener cuentas pendientes con nadie) o para dejarnos ir y relajar la mente (mirar la TV, seguir una serie, el partido de futbol,…). Sin embargo, si hay alguna afición relegada pero que es importante, si tenemos alguna ambición por realizar aunque nos exija sacrificio y cierto esfuerzo, hagámosla, no tengamos miedo o pereza y, sobretodo, no la hagamos después de nuestras pequeñas o grandes obsesiones.

 

El Greco

[Basado en el film "El Greco" de Ianis Smaragdis] 
 Te quiero, Doménikos… Pero no quiero tu fama, te quiero a ti. 
Sufro, temo perderte. Ya no me amas como los primeros meses. 
Te has alejado de mí, te siento distante, absorto por tu idea, tu trabajo, tu vida.

Sin embargo, te admiro. Pero tengo miedo que el Doménikos de ahora sacrifique su propia familia por un ideal más alto y de más abasto.
El hombre de rojo será implacable contigo.
Yo te avisé, no debiste contrariarle con ese absurdo cuadro. Tú, que siempre has elevado todos tus modelos al nivel de santos logrando representar sus almas, retrataste, sin necesidad, a ese fanático como lo que es: un ambicioso y despiadado asesino vestido de payaso. Siento que he fallado la palabra que le di al fiel siervo de tu padre de que cuidaría de ti.

 

Anochecía sobre la colina de Toledo. Doménikos, el Greco, se encontraba sentado en su estudio rodeado de lienzos del que, por encima de todos, destacaba el del inquisidor general Fernando Niño de Guevara: el único que carecía de luz propia, de alma; el único que en vez de elevar su vista al cielo o dirigirla para interpelar al espectador, la desviaba desconfiadamente a un lado. El Greco estaba preso de una arrebatadora inspiración. Pero esta vez no se trataba de pintura sino de escritura. Página tras página estaba escribiendo sus últimas memorias la noche antes de acudir, en solitario, ante el gran tribunal de la inquisición.

 

-         Se le acusa de inexactitud en las representaciones bíblicas, de representar santos como sucios pordioseros, de incumplir la tercera resolución de Trento según la cual está expresamente prohibido usar colores extremados o sugerir interpretaciones libres de las Sagradas Escrituras. Se le acusa de blasfemo y, es por ello que, como se puede imaginar, no le espera más que la hoguera.

-         Si es así ¿por qué vino a retratarse a mi casa el mismísimo inquisidor general para ser pintado por un blasfemo pecador como yo? ¡En mi defensa, le cito como testigo!

 

Ante el estupor del tribunal, Fernando Niño de Guevara se personó en la sala.

-         Tu mismo te has condenado, amigo mío. Te dije que no jugaras a competir con el creador, que no te metieras en el misterio de Dios. Inoculas al espectador de tus cuadros cosas que no son reales. No te corresponde a ti predicar la Palabra revelada, es ministerio exclusivo de la Iglesia.

-         Viniste a mí para que limpiara tu imagen y todo el mundo pudiera ver tu alma. Pero en ti sólo hay oscuridad. Sí, soy culpable, yo doy vida a mis modelos. Mi tarea es iluminar donde hay oscuridad, mientras haya luz venceremos la oscuridad. Sin embargo, tú sólo ves la luz de la hoguera pero cuando el fuego se apaga sólo queda la oscuridad y tu corazón sólo lo habitan el miedo y el odio.
 

El gran inquisidor quedó paralizado al oír estas palabras. Se quedó absorto contemplando a su admirado pintor y se sintió culpable y miserable hasta tal punto que decidió salir corriendo de la sala. Fuera del recinto una gran multitud se había agolpado para despedir a su griego más querido. Entre ellos su hermano y su mujer Jerónima.

 

Mi Doménikos! ¿Libre? No puedo creer lo que ven mis ojos y oyen mis oídos. Semejante alboroto y júbilo sólo puede significar que has vencido! Casi te pierdo, maldita sea, ¡pero ahora mi alegría y felicidad son infinitas!

El tercer hombre

El tercer hombre

 

[Relato inspirado en la atmósfera de la película “El tercer hombre” protagonizada por Orson Welles.]

Era noche cerrada de 1949. Era esa hora de la noche en la que no se oyen más ruidos que los de algún gato asustado. La calle estrecha y sinuosa, dormía su soledad ante la indiferencia de los noctámbulos vieneses. Sus adoquines, mojados por la lluvia que había martilleado durante el día, eran como lustrosas pastillas de jabón negro que brillaban bajo la tímida luz de una farola.

Me habían encomendado la misión de detener una persona de nacionalidad rusa sospechosa por falsificación de pasaportes. Se había decidido actuar bien entrada la noche. Henrich me cubría las espaldas al final de la calle. Me dirigí silenciosamente a la puerta principal de la casa. Entreabrí la pesada puerta de madera y de ella salió disparado un gato negro que me heló la sangre con un aullido de lo más inoportuno. Me disponía a entrar con mi pié izquierdo para correr hacia el primer piso cuando oí un impacto contra el suelo.

Una mujer se había descolgado de la ventana más cercana al suelo y empezaba a correr. Sin tiempo de reacción, me vi maldiciendo el gato delator que ahora, con total impunidad se acababa de cruzar por mi camino por segunda vez.

Doblé la esquina una decena de metros por detrás de ella. Era harto complicado abrirse paso por la calle adoquinada, toda una invitación a romperse la crisma a cada paso. Justo cuando mi última aceleración me ponía al alcance de mi objetivo Henrich nos deslumbró con los faros de su coche y, ante el desconcierto de la joven, acudió hacia nosotros con decisión.

Fue quizás la inercia desbocada de mi carrera, la luz deslumbrante de los faros, la torpeza de Henrich, la habilidad de la ágil joven.

Esa noche de un martes 13 de enero, Viena se convirtió en una auténtica pista de patinaje para todos excepto para una experta espía patinadora rusa.

Dinero y felicidad

 

[A partir de la película "3 mujeres y un plan"]

"Con el dinero no se puede comprar la felicidad, pero sí todo lo demás".
Esa es la tesi principal de una película que, pese a que pasará desapercibida y sólo pretende entretener, da para una pequeña reflexión sobre el estilo de vida y la relación con el dinero.
La frase que encabeza este post puede parecer una versión de la ya consabida: "el dinero no da la felicidad... pero ayuda". Sin embargo me parecen substancialmente diferentes.

Ambas dan por sentado que la felicidad no se persigue acumulando o gastando mucho dinero. Sin embargo la primera tiene una actitud mucho más codiciosa y ambiciosa mientras que la segunda es más sensata y equilibrada.

La primera actitud me sugiere personas que en caso que les tocara un buen pellizco de la lotería recibirían el premio con los brazos abiertos y no desperdiciarían ni un sólo segundo para calcular cómo gastarlo. Modificarían substancialmente su estilo de vida, cambiarían de trabajo, coquetearían con la capa social más adinerada, irían a sitios que antes no se podían permitir, ambicionarían tener más y más cosas, privilegios...

La segunda actitud me sugiere gente más cabal y sensata que destina el dinero a pequeños placeres y aficiones pero sin alardear, haciendo un uso moderado de sus bienes. En caso de pasar una buena racha invertirían lo ganado en previsión de una mala racha aunque no repararían en gastos en caso de necesidad.

En estos tiempos de crisis mucha gente que vivía muy alegremente la bonanza económica se pasará prudentemente al segundo grupo. A mi me parece que no nos viene mal tomar consciencia que vivimos en un mundo global donde los desequilibrios de unos pocos los pagamos todos.

En otro sentido distinto el atentado del 11S ya nos demostró que el mundo no podía ignorar el mundo árabe islamista. El nivel de vida del primer mundo fue la gota que colmó el vaso del caldo de cultivo de odio y fundamentalismo religioso.
Tomemos nota.

 

El anticonceptivo más eficaz

El anticonceptivo más eficaz

El otro día descubrí el anticonceptivo más efectivo que he conocido jamás. Se llama Supernanny. Se trata de un programa de mucho éxito en Gran Bretaña donde una niñera "domadora" consigue apaciguar a los niños "fieras" en su hábitat natural, su casa y en presencia de sus padres. Basta ver un episodio para que se te quiten por completo las ganas de tener hijos. Al cerrar la televisión uno se da cuenta que formar una familia puede llegar a ser un infierno. Si no imaginaros una situación como esta.

 

La familia está formada por padres jóvenes de treinta largos años con dos hijos.
El mayor, celoso del pequeño, no come ni deja comer: odia la comida que le sirven (no me extraña, dieta McDonald con patatas fritas, kechup y frankfurt), la escupe y/o vomita, no para de gritar, moverse y pelear con los padres que lo fuerzan para que coma.
Por si no fuera poco el pequeño que parecía ser un angelito se contagia de los modales del mayor y también reclama protagonismo. Ante semejante infierno el padre llega a declarar que preferiría que le arrancaran los ojos con cucharillas antes que asistir a una cena en casa.
La madre está desbordada y deprimida, la tensión que viven se ha trasladado a la pareja y se plantea el divorcio puesto que no para de discutir con su marido. Incluso se desautorizán delante de los hijos.

Entonces aparece la Supernanny. No hay monstruo que se le resista. Lo soluciona todo a base de diálogo, técnicas educativas y mucha perseverancia. Lo más humillante del caso es que lo primero que hace es reñir a los padres enseñándoles cómo deben comportarse delante de los niños, entre ellos y cómo ejercer de padres en una especie de terapia matrimonial.
Una vez salvado el matrimonio aplican técnicas de disciplina pero también de motivación para hacer más atractivas las comidas haciendo participar a los niños en la elección de menús, haciendo dietas más saludables, etc.

 

En fin, que hay que sacar lo mejor de nosotros mismos para ganarles el pulso a esos pequeños tiranos que pretenden gobernar nuestras vidas al mínimo descuido o síntoma de relajación. Aunque no todo tiene que ser tan terrible. Tener hijos debe tener sus recompensas y en el fondo no tiene precio...

Mujeres al poder

Mujeres al poder

[Ilustración por Rodrigo Díaz]

Hace tiempo que no ando agitando al gallinero así que ya toca y el tema se presta a ello.

Venimos de un pasado dominado por el hombre que concentraba todo el poder mientras la mujer era marginada y limitada al ámbito doméstico y familiar que no es poco, al contrario es importantísimo, la base de cualquier sociedad pero que no debiera ser impuesto por obligación como el único.

No sin dificultades la sociedad ha logrado darle la vuelta al calcetín y equiparar en derechos mujer y hombre. Normalmente mediante el sentido común, ocasionalmente mediante medidas un tanto curiosas (imponer paridad de ministros y ministras) o con curiosidades lingüísticas como el famoso miembros y miembras que acuñó la ministra de Igualdad.
Éstos cambios no se han vivido con normalidad en un sector de la población.

Por un lado, por desgracia, asistimos día sí día también a un degoteo de víctimas de la llamada violencia de género por parte de hombres machistas que no llevan bien la cesión de ciertas libertades y privilegios por el que tenían uso exclusivo hasta hace poco.

Por el otro, a algunas mujeres se les ha subido el éxito a la cabeza y hacen gala de las mismas prácticas machistas solo que desde su feminismo menospreciando lo masculino como primitivo, simple, previsible, estúpido o débil.
Es cierto que muchas veces las mujeres deben luchar mucho más que los hombres en el terreno laboral, donde a veces no existe igualdad de sueldos para el mismo trabajo, tienen problemas para encontrar o mantener trabajo en edades de maternidad o deben hacer más equilibrios de la cuenta para la conciliación familiar y laboral.

Sin embargo da la impresión que a algunas les puede la ambición y lo quieren hacer todo solas heroicamente y que no quieren salvar al mundo sino comérselo.

Creo que debemos encontrar un equilibrio sano en esta guerra de sexos. Hablando de guerras, alguien dijo que los hombres hacen las guerras.
Yo digo que nadie debería creerse con la superioridad moral y ética sobre otro colectivo.

Aprenderemos a discutir?

Aprenderemos a discutir?

Como ya he comentado alguna vez, habitualmente nuestra caprichosa consciencia se focaliza, durante unos días, en algún tema o idea sin que nos demos cuenta hasta que cuando insiste por cuarta vez, entonces paramos un momento y lo reflexionamos con más calma.
Esta vez me ha ocurrido con el tema de los argumentos, opiniones, discusiones.

He leído un libro de entrevistas a Xavier Sala i Martín, un ejemplo de argumentador por la solidez de sus argumentos (estés de acuerdo o no con ellos), su locuacidad, su seducción hablando (en el sentido de simpatía, habilidad, ingenio) tanto en clases de universidad o conferencias como en tertulias y la imaginación y simplicidad en sus artículos a base de ejemplos pedagógicos que ponen al abasto de todos la macroeconomía, su campo, porqué él es de esa minoría de tertulianos que sólo habla de lo que sabe.
Este conjunto de características hace que sus argumentos ganen en solidez y veracidad. Es curioso como necesitamos bastantes factores para que creamos a una persona o lo consideremos un farsante. Por un lado su presencia física, su forma de hablar, el tono de voz, la velocidad con la que interviene, la duración de sus intervenciones, cómo viste, su actitud, humildad, si hace bromas o comparaciones,...

En otro libro, de historia de la filosofía, decía que la filosofía nació en Grecia gracias al inicio de la República griega gracias a la llegada de la democracia. Entonces los oradores tenían mucho prestigio y en las plazas públicas debatían y argumentaban sus ideas.
Creo que ahora nos llega mucha información de muchas maneras pero que deberíamos hacer el esfuerzo y tener la responsabilidad de informarnos bien y no opinar de lo que no sabemos. Muchas veces damos la culpa de todo a los políticos. Si la gente de la calle tuviera la mentalidad de los primeros griegos: se informara bien antes de opinar, discutiera sin acalorarse sino esforzándose en comprender al otro y hacerle llegar su opinión creo que también nuestros políticos se nos parecerían. Los políticos sólo son un reflejo de la sociedad.

Por último, sobre una polémica que no viene al caso leía que se utiliza con frecuencia la manipulación de la idea contraria para así favorecer la propia. Aún sabiendo con claridad que lo que dice tu oponente tiene un sentido se manipulan sus ideas para generar malentendidos, hacernos creer cosas que no son y todo para favorecer unos fines determinados. Por desgracia muchas veces actuamos así. Ojala se valore más en nuestra sociedad el saber hablar y discutir con respeto a los demás sin manipulación, con honor a la verdad y sin fines partidistas.

El Barrendero

El Barrendero

[Un homenaje a los trabajadores de la limpieza]

Benito salía cada noche a limpiar las calles de su barrio. Primero iba con sus compañeros con el camión a recoger las bolsas de basura desperdigadas por las entradas de las casas. Más tarde se repartían unas cuantas calles cada uno para barrer las zonas más sucias.

Esa semana le tocaba la zona oeste. Un par de noches en el mismo portal había encontrado a una pareja de novios besándose y dándose arrumacos ajenos a todo.
Sin embargo esa noche sólo encontró la chica. Estaba sola, llorando. Pasó barriendo a una distancia prudencial cuando la chica le alargó el pañuelo de papel, con el que se había secado unas lágrimas, para que lo tirara.

- Es por él que lloras? - sugirió él.
- Sí, no se nada de él, hace mucho rato que le espero y ponto tengo que entrar en casa.
Cada noche estamos aquí y hoy era la última noche que podíamos estar juntos.
La semana que viene se va a Méjico y quizá no le veo en un par de años.
Su padre tiene unos negocios allí.
Se fijó que apretó el puño en pronunciar estas palabras.
-Qué llevas allí?
-Un llavero, nos lo hicimos el otro dia, él tiene uno igual.

Dejó a la chica con sus pensamientos puesto que creía que no podía hacer nada más por ella que escucharla.
Sin embargo, dos o tres calles más allá vió resplandecer un objeto en un rincón y para su sorpresa encontró el mismo llavero que había visto en la temblorosa mano de la chica.
Lo cogió y lo guardó en un bolsillo.
Oía voces a la siguiente esquina. Más adelante oyó pisadas rápidas y forcejeos.
Finalmente encontró a un chico herido por un fuerte golpe en la cabeza, inconsciente.
Supuso que era el novio de la chica y que lo habían atracado allí mismo. Llamó a una ambulancia y cuando llegaron las asistencias volvió al portal de la chica. Estaba vacío.
Miró hacia los pisos que se levantaban encima de su cabeza y la vió.
En el tercer piso una chica miraba a través de la ventana. Agitó el llavero como un poseso hasta que ella, que aún pensaba que vería aparecer a su chico por ahí, le vió.
La acompañó hasta la ambulancia y los vio partir juntos.

Semanas más tarde cuando le volvió a tocar la zona oeste tenía una nueva amiga que le esperaba con una bolsa negra de la basura en la mano.
-Suele echarla mi padre, pero a partir de ahora lo haré yo.
Mi novio está bien, gracias a ti sólo fue un susto.
Le dio un abrazo y se alejó con una sonrisa.

El espejo

El espejo

[ Espejo Mirallmar de Eduard Samsó]

Forma parte de la condición humana mirarse de vez en cuando a nuestro espejo, el que nos refleja tanto interior como exteriormente, y sentirnos miserables y decepcionados con nosotros mismos. Simple y llanamente nos sentimos una mierda ya sea por alguna situación que nos ha puesto en evidencia o porqué no nos gusta lo que vemos. A veces proyectamos esperanzas y caminos de mejora que no llegan, otras vemos sólo la sombra de lo que esperábamos de nosotros mismos, otras veces no nos reconocemos en el reflejo obtenido. 

A pesar de todo, no nos queda más remedio que salir adelante. No sólo por supervivencia sino porqué no debemos perder el espíritu de superación y mejora: siempre hay tiempo para cambiar, lo peor es dejarse ir, pensar que no tenemos remedio. Ésta creo que es una de las principales lecciones que hay que enseñar a los pequeños. La autoestima es algo muy importante, nunca es irrecuperable, pero cuesta asentarla por nosotros mismos.

Quizá sufriríamos menos si en plena crisis existencial de la adolescencia tus padres o alguien cercano a quién admiras supiera decirte que en el fondo todos somos miseria y que si no se nos cae la cara de vergüenza es porqué con humildad y esfuerzo podemos conocernos y aceptarnos tal y como somos. Sino es así es que nos autoengañamos. Sólo con esta base podemos construir todo lo demás.

Lástima que muchas veces lo llevamos demasiado escondido y nos cuesta buscar ayuda o dejarnos ayudar.
Sin embargo la realidad es más difícil que éstas palabras. No siempre tenemos el nivel de exigencia y la autoestima bien calibrados o, simplemente, miramos a otro lado rehuyendo la mirada que nos devuelve nuestro espejo.

Escala de valores

Escala de valores

[La imagen sólo pretende ilustrar la idea de grados o niveles]

Hablando con M. sobre la escala de valores le decía que pienso que la vamos construyendo mientras vivimos, no es una idea preconcebida que heredamos al nacer.
En medios educativos se habla mucho de transmitir, inculcar o proponer valores.
A mi me parece que nuestra educación es un bagaje, un poso o esquema teórico pero la vida nos obliga a ir más allá, a posicionarnos.
Lo que nos dijeron nuestros educadores, y en general nuestras ideas teóricas, puede flaquear ante el primer terremoto.
Hay que pasarlo por varios filtros y, sobretodo, creérselo, actualizarlo, razonarlo.

Los valores no se cambian como quién se cambia de ropa.
Es a través de replanteamientos profundos o de determinadas situaciones cuando se ponen a prueba y de ahí sale una reafirmación o renovación.
Creo que éste tipo de situaciones son experiencias imprescindibles en el proceso de maduración de una persona.
Es una oportunidad para purgar la mente despojándonos de prejuicios, etiquetas y falsas ideas de nosotros mismos.
También nos permite abrirnos a propuestas de otra gente, contrastarlas con las nuestras...

En el fondo no somos tan distintos los unos de los otros.
Si uno es fiel a si mismo y tiene la actitud abierta hacia los demás, se da cuenta que hay más valores que nos unen que nos separan.
Lo que de verdad nos diferencia son los recorridos, experiencias y situaciones que cada uno ha vivido.

La vida secreta de las palabras (2)

La vida secreta de las palabras (2)

Dicen que no hay buen libro que no merezca una segunda lectura.
Tampoco hay buena película que no merezca ser vista una segunda vez.
Por esto os hago otro comentario sobre ella
dos años después.

En la película se dice que Hitler dijo a su equipo que nadie se acordaba pasados diez años de la masacre a los armenios.
Por esto, para que no cayera en el olvido la cruenta guerra de Yugoslavia, se puso en marcha el proyecto de documentación de testimonios de la guerra.
Guardarían, en una especie de templo de la memoria histórica, todas las cintas conteniendo palabras sobre los horrores de la guerra.
Como dice la directora, "palabras perdidas, que durante mucho tiempo vagan en un limbo de silencio para salir un día a borbotones".

También me llama la atención el comentario de la encargada de ese centro que dice que los supervivientes de la guerra no siempre consiguen contar su pasado ni mucho menos superarlo hasta el punto de sentir vergüenza de haber sobrevivido y de sentirse extraños en la piel de un presente vacío pero en el que tienen que aprender a dejar el lastre de su pasado.

Y, afortunadamente se da el milagro, caen las barreras, el miedo y los fantasmas se alejan para dejar hueco al amor.
Un amor que en la película parece tan doloroso como la sal en las heridas del pasado, pero que al final cierra cada una de ellas hasta cicatrizarlas todas.
Ésta es la historia de una infermera que sana el cuerpo del enfermo y de un enfermo que sana el alma de una infermera...

Dimensión humana, trato humano

Dimensión humana, trato humano

[Imagen de Gettyimages]

¿Qué actitud tenemos con la gente: conocidos, compañeros, amigos, familiares?
El dia a dia hace que prestemos poca atención a los actos repetitivos y al trato con la gente más cercana.
Somos animales de costumbres, cogemos hábitos y rutinas.
Esto hace que, a menudo, necesitemos de sucesos para reaccionar y valorar lo que tenemos puesto que lo bueno de hoy mañana puede no estar.

La confianza no debería hacernos olvidar que estamos tratando con nuestros seres queridos, que cada persona debe ser respetada y debería contribuirse a su bienestar.
¿Nos movemos por interés? ¿Somos tan egoístas como para llevarnos bien sólo con quien nos interesa?
Yo no diría tanto, pero algo de esto hay.
Tenemos los sentidos embotados, la piel gruesa y resbaladiza al sufrimiento ajeno.
¿Dónde está la amabilidad de los dependientes en los comercios?
¿O la cortesía del dejar salir antes de entrar o dejar sentar a la gente mayor?
¿Las buenas maneras y la cordialidad están anticuadas?
Quizá hemos pasado de dar un trato preferencial al otro a mirarlo como un rival.

Hace años una amiga me envió este texto titulado 'Que tu hermano sea un Dios para ti'.
Piensa de verdad qué harías si te encontraras con Dios, cómo le saludarías, cómo le hablarías, cómo le tratarías.
Ahora esfuérzate en tratar así a las personas con que convives, al compañero de trabajo.
Lo primero es el respeto, luego la comprensión, la generosidad, la disponibilidad, la compasión, el servicio y por último el amor.

Coherencia

Coherencia

Se habla poco de coherencia.
Quizás es una palabra demasiado larga o complicada, pero tan necesaria...
El honor y "la palabra dada" valen poco.
Sin embargo, en muchos ámbitos y situaciones la confianza es básica.
Es el caso de
la política, tan amante de compromisos y discursos pero perezosa en cumplirlos.
Para que un mensaje llegue, tiene que ir acompañado de hechos, tiene que ser coherente.
En seguida se ve quién es coherente y quién no. De hecho una persona carismática se asocia a una persona con criterios firmes y, por lo tanto, coherente.
Capacidad de comunicación, liderazgo, honestidad, coherencia son cualidades que un buen político, comunicador o líder en general, tendría que tener.
Hay algunos personajes históricos que han impresionado a sus coetaneos por su coherencia sin fisuras: Gandhy, Martin Luter King, Sócrates...
¿Quién seguiría a Jesús, dos mil años después, si su "amaros como yo os he amado" hubieran sido sólo palabras vacías y no hubieran sido sostenidas por la coherencia de sus actos?
La coherencia no se improvisa. El mismo Jesús necesitó treinta años para aprender, consolidarse y prepararse para la vida "pública" y llegar a ser un modelo de integridad.

La coherencia exige sinceridad con nosotros mismos, actualización y no dejarse ir.
Es dificil no naufragar en esta mar agitada y seguir con un mismo rumbo con este viento cambiante.
Que seamos fieles a nosotros mismos, que no nos dejemos llevar, que no renunciemos a soñar y a luchar...
Sólo así nos podremos dar por satisfechos.

Celos

Celos


[Basado en un artículo en La Vanguardia y con foto de GettyImages]

¿Pueden los celos unir a la pareja? Aunque parezca extraño, hay argumentos que así lo confirman.
Los celos son señal de que nos sentimos como si dejásemos de ser únicos para la otra persona.
Sin embargo, nuestra reacción a esta señal depende de nosotros mismos.

La primera opción es ignorarla, pero sólo aplazamos la reacción, tarde o temprano vuelven.
La segunda reacción es dejar que los celos nos dominen por completo.
Cuando sucede esto, uno de los dos se cree propietario de los sentimientos del otro rompiendo el equilibrio de la pareja, se imbade la libertad del otro.
Es más, actuando de forma posesiva y egoísta perdemos las cualidades que nos hacían especiales para el otro, nuestra autoestima baja y la comunicación de la pareja se reduce a malos entendidos y acusaciones.

Siempre hay un camino intermedio: la de escuchar los celos y analizarlos fríamente analizando sus causas.
Incluso se pueden analizar junto con la persona amada.
El resultado de este proceso de análisis en solitario o en pareja es la desaparición de los celos como sucede con algunos miedos subjetivos que no resisten a un análisis racional.

Relacionado con esta actitud, podemos afirmar que se pueden utilizar los celos en beneficio propio.
La competencia nos puede hacer reaccionar acentuando nuestras cualidades, eso sí, evitando compararnos con los demás.
Es habitual que con el tiempo algunas parejas se acomoden dejando de aportar lo mejor de si mismos. La competencia puede ser un estímulo.
Para ello hay que conservar confianza en uno mismo y, de esta forma, se puede ganar en autonomía y creatividad.
Todo esto puede dar un nuevo aire a la pareja puesto que los dos miembros se sentirán renovados y reforzados.

Renaciendo de vez en cuando

Renaciendo de vez en cuando

[Os pongo ésta mariposa de Gettyimages como símbolo de renacer] 

Alguna vez he hablado de la rutina y el cambio. Por un lado pienso que la rutina nos da estabilidad y es necesaria para no volvernos locos.
Al mismo tiempo creo que cualquier dia es bueno para replantearse si estás satisfech@ con tu vida actual.
Dicen que entre lo que somos y lo que quisiéramos ser hay siempre un espacio. Al menos una de nuestras facetas cojea: vida personal, profesional, salud, dinero,...
El siempre inalcanzable equilibrio... No tenemos que perder de vista que en nuestras manos está elegir en cada momento, hay que tomar decisiones, sino alguien las tomará por ti, no te conformes, siempre hay un margen para mejorar lo que uno tiene, lo que uno es, lo que los demás reciben de ti.
Pero tampoco hay que desesperarse, siempre hay cosas negativas en nosotros, pero no hay que machacarse, hay que convivir con ellas.
Cada uno de nosotros tiene un potencial muy grande y si no damos más de si es por nuestros miedos y excusas.
Una cosa que ayuda a salir adelante es fijarse un objetivo y luchar por él. No hay que abarcar todo de una sóla vez.
Siempre se puede intentar mejorar los defectos, suavizar cada uno de ellos pero lo que saca más de nosotros mismos, lo que renueva más energías es hacer algo en positivo y no tanto mirar de limar lo negativo.
Espero que todos, de vez en cuando, hagamos el ejercicio de valorar cada aspecto de nuestra vida y, con imaginación, aprovechemos mejor nuestros recursos.

Ciudad inhóspita

Ciudad inhóspita

Un niño y su abuelo, dos personas, dos mundos conectados por el vínculo del cariño y la atracción simbiótica entre curiosidad y experiencia.
Vivían en casas y poblaciones distintas, el niño en la gran ciudad mientras que el abuelo se había retirado en un pueblo donde no molestaba ni era molestado por nadie.

A Pedrito le gustaba ir al pueblo a ver a su abuelo.
Allí era libre de corretear entre las calles, conocer a las personas que encontraba, perseguir o descubrir nuevos insectos bajo las piedras cerca del río donde se mojaba los pies.
Cuando volvía a la casa de su abuelo, aún con el corazón palpitando y alguna que otra rascada en la pierna, necesitaba un tiempo para acostumbrarse a la oscuridad.
Poco a poco, al ir recobrando la vista, identificaba uno a uno los objetos que llenaban la casa.
Cada uno le parecía único y con significado propio, con vida. El vestíbulo era todo de madera. Había bastones rectos de haya, una antigua máquina de coser con su característica rueda que giraba en pisar el pedal, un baúl lleno de manteles y ropas blancas, una mesa robusta donde su abuelo arreglaba relojes viejos y jugaba con martillos y alicates.

Un montón de recuerdos le unían a su abuelo. Pero uno de los más especiales era que, cuando hacía frío y las montañas estaban nevadas, su abuelo lo sentaba en sus rodillas y le contaba algún secreto. Por ejemplo, que por la noche la mesa se desperezaba y se sacudía las herramientas para hacer unas cuantas flexiones mientras el armario hacía lo propio con sus puertas, mientras la vieja radio se ponía romántica y cantaba una vieja canción a la luz de la luna. Entonces del baúl salían un par de vestidos que resultaban ser los pijamas de sus abuelos y se ponían a bailar dando giros a un palmo de tierra enfocados por un atenuado cono de luz que salía de la vieja bombilla.

Lejos le quedaban a Pedrito las cosas de la ciudad: su escritorio lleno de revistas y juguetes, la consola, la TV, el móvil, sus escurridizos vecinos o los aburridos niños del colegio que no tenían imaginación. A él le sobraban ideas y si se aburría, siempre podía rescatar mentalmente el pueblo, la casa, los objetos en la noche, la dulce libertad que deberían ofrecer nuestras ciudades pero que cada día son más inhóspitas para los que se atreven a jugar en la calle. Y luego dicen que los pueblos son aburridos.

La evolución de la fama

La evolución de la fama

Hace unos meses Antoni Marina, filósofo y profesor de instituto, reflexionaba sobre la fama.
Se preguntaba por qué damos fama a quien no se lo merece y hacía un recorrido histórico de cómo ha evolucionado el perfil del famoso.

Antiguamente quienes recibian honores y reconocimiento públicos eran los héroes de la guerra y las grandes gestas.
Había el concepto de honor y se daba valor a la palabra dada.
Hoy en día somos mentirosos por definición y se trata de demostrar lo contrario.

Sin embargo este modelo del mérito empezó a decaer porqué resultaba ser demasiado tiránico y discriminador.
Se creaban envidias, etiquetas y costaba ser uno mismo sin el miedo al qué diran.
Apareció la libertad personal, la igualdad, la independencia del juicio ajeno.
Poco a poco dejó de tener prestigio hacer las cosas bien (el mérito) para ganar protagonismo la transgresión como forma de liberación.
La coacción o control que ejercía la propia sociedad que marcaba lo que era normal de lo raro, lo correcto de lo que estaba mal, se fue suavizando.
Se sustituyó el control social por el Código Penal.

La fama se relacionaba con el espectáculo de ficción (pintores, actores, bailarines, cantantes).
Sin embargo con la difusión de los medios de comunicación cada vez era más difícil llamar la atención sólo por las noticias positivas (que se dan muy de vez en cuando).
Se generalizó lo de que hablen de ti, aunque sea mal.

Lo que ha cambiado es que en la actualidad existe gran confusión entre realidad e irrealidad, entre la notícia y la ficción.
La realidad muchas veces supera la ficción y el problema es que la fama genera modelos a ser imitados.
Ahora todo el mundo quiere ser famoso sin hacer nada, para no hacer nada.
Y ahí es donde el pedagogo Marina daba su toque de alerta: los jóvenes se reflejan en estos personajes falsos.
Pero nos da tres herramientas para influir silenciosamente en la marcha de la sociedad: a través del voto político eligiendo a nuestros gobernantes y legisladores, a través del voto económico decidiendo qué comprar y qué no comprar y, finalmente, a través del voto de prestigio, dando valor a unas cosas y personas y no a otras.

¿Sentimientos inducidos?

¿Sentimientos inducidos?

[Imagen de Nazareno ]

El otro día, de repente, me vino la siguiente pregunta:
¿ Hasta qué punto podemos, a base de voluntad, inducir nuestros propios sentimientos ?

Comentábamos en el anterior post que, si nos lo proponemos, podemos superar cualquier adversidad, modificar hábitos y hasta influir en nuestro entorno.
Sin embargo, la pregunta va más allà.

¿ También está en nuestras manos inducir ideas positivas o negativas en el campo de los sentimientos más profundos como el amor, el odio, el rechazo, la amistad ?
¿ Podemos amar o odiar a alguien y, a base de proponérnoslo, dejar de amarlo, dejar de odiarlo ?
¿ Se puede amar por decisión o convencimiento ?
¿ Odiamos por orgullo, lo podríamos evitar pero no nos da la gana, por capricho ?
¿ Amamos por interés, por no sentirnos solos, por miedo a perder el ser amado o a no encontrar reemplazo, amamos por necesidad ?
¿ Hasta qué punto manda el corazón o la cabeza en nuestros sentimientos más fuertes e importantes?
¿ Qué peso tiene cada uno, depende del momento? O hay un tercer elemento que combina cabeza y corazón que es la intuición?

Bien, os dejo estas preguntas para la reflexión. Yo creo que hay un poco de todo esto en nuestras relaciones.
En parte quiero pensar que nos movemos con naturalidad, por instinto inconsciente y sólo a veces por intereses concretos, por miedos...
Pero da un poco de miedo pensar que nuestros buenos sentimientos no sean espontáneos e implícitamente sean interesados y buscados.
Y por otro lado, es una lástima que si podemos controlar los malos sentimientos, porqué el ser humano sigue siendo tan frágil y vulnerable a ellos.

Pero al final, lo deseable es que intentemos revisar los sentimientos para hacerlos más nuestros sacándoles toda sombra de hipocresía, egoismo, apariencia para no banalizarlos y así hacerlos más auténticos.

Yo he cambiado, todo ha cambiado

Yo he cambiado, todo ha cambiado

"Nada ha cambiado, sólo yo he cambiado. Por lo tanto, todo ha cambiado"

Cuando leí esta frase, supongo que al igual que tu, me dió que pensar. Es curioso como, si uno está atento, en poco tiempo han habido diferentes momentos que me han recordado esta misma frase. Un libro, una charla. Precisamente de esto os quiero hablar.
Conversando con E.B. me dijo que es muy celoso con su pareja. Resulta que los celos llegan a tal punto que cualquier signo de comunicación de su pareja con el móvil que no vaya dirijido a él, cualquier ausencia no justificada, un tiempo (más de 3 horas) sin un SMS o llamada de su pareja, le resultan motivos suficientes para sentir la necesidad de saber de ella y de su relación con los demás chicos que la rodean.
Supongo que véis la relación de este ejemplo con la frase inicial de este post. Nosotros decidimos (más de lo que nos pensamos) sobre cómo ver la realidad casi tanto como la realidad se nos impone por si misma.

Por ello ante una misma amenaza, si nos la encontramos en dos momentos diferentes, la podemos usar a nuestro favor superando una adversidad o nos puede vencer volviéndose en nuestra contra. Según la actitud que decidamos tener podemos convertir cada amenaza en un reto, en una oportunidad.
Según cómo decidamos ver y vivir la vida, la realidad que nos rodea puede cambiar. Ya es hora que nos demos cuenta que para que haya un cambio en nuestra vida o nuestra relidad, tenemos que empezar por nosotros mismos. "Yo he cambiado, por lo tanto, todo ha cambiado".

En nuestras manos está tener una actitud positiva y activa para ir a buscar lo que nos interesa sin esperar a que nos llegue la casualidad o la oportunidad. Dice George Bernard Shaw que "Sólo triunfa aquél que se levanta y si no encuentra las circunstancias, las crea". Hay que creer en uno mismo y en la cantidad de cosas positivas y recursos que tenemos para ser felices y hacer felices a quienes nos rodean.
Por esto he escogido la foto, transmite la idea que desde uno mismo podemos influir, con buenas vibraciones, a nuestro entorno.

Tolerancia y Libertad

Tolerancia y Libertad

[Imagen © Flickr.com. Colores como símbolos de individuo]

Se puede ser libre y tolerante a la vez? Aunque a muchos os sorprenda, creo que puede llegar a ser contradictorio.
Solemos definir la libertad más a base de ausencias (de preocupaciones o miedos) que de una actitud activa (elecciones).
Por el otro lado, según el diccionario de la RAE la tolerancia es “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.  

Como se aprecia en la definición, para tolerar las ideas de los demás hay que empezar por tener ideas propias.
Se tolera en la medida en la que existe contraposición de ideas. Por lo tanto ser tolerante es una cosa, ser indiferente, otra muy distinta.
Esta forma pasiva o indirecta de entender la libertad y la tolerancia es engañosa.
Somos indiferentes (y no tolerantes!) cuando se traspasan los límites de la libertad y nos dedicamos a mirar a otro lado.
Dicen que mi libertad acaba donde empieza la de los demás.

Otro matiz curioso que se desprende de la definición es que si las ideas o prácticas de los demás son iguales a las nuestras no se habla de tolerancia.  
Aunque no suele ser políticamente correcto, se pueden tener las ideas claras, ser abierto de mente y tolerante a la vez.
Es más habitual encontrar ideas claras intolerantes o tolerancia y mucha apertura de mente pero sin ideas de ningún tipo o actitud para aprovecharlas.  
La actitud correcta precisamente es la de tener la inquietud de formarnos una opinión de las cosas, contrastarlas y actualizarlas con los demás con humildad y respeto pero sin escondernos.
Por desgracia la indiferencia y el egoísmo estan más en auge que la auténtica libertad y tolerancia.